Con pandemia o sin pandemia, hacen siempre lo que quieren y su palabra es la ley…
La sempiterna discusión: físico o digital no tiene dónde acabar pues, mientras unas nada más apuestan desde el home office por las plataformas digitales, otras hasta se dan el lujo de sacar (o importar) pequeños tirajes en vinilo, para esa raza inextinguible de coleccionistas que guardaran, sin abrir los discos, para especular en el futuro.
Así, de pronto, han aparecido reminiscencias pinkfloydianas de importación (Sony), como el Arnold Layne, con el concierto en directo (2007) Tributo a Sid Barret, en un solo lado del disco de 45rpm y una sorpresa en el otro. También siguiendo la ruta del dinero, está el doble CD Us +Them, con dos horas de Roger Waters, sacadas del aclamado film de Sean Evans y el propio Waters, con clásicos como “Time”, “Money”, “Another brick in the wall”, “Deja vu” y “Wish you were here”.
En la parte nacional, Federico Arana, el ex Sinner, biólogo, monero y antropólogo del rock mexicano, ha lanzado por cuenta propia la Dichosa culpa, un CD independiente hecho con todas las de la ley paródica.
Casi se vuelven cómplices en rolas freaks: Jessy Bulbo, Buba, Charlie Monttana, Rafael Catana Enrique Ochoa, Federico Luna, Zoa y el inefable Alex Lora. Obviamente su tiraje es limitado.
En lo más profundo del underground, donde más de una vez ha saltado la liebre del rock nacional, se puede conseguir la réplica de la psicodelia setentera de Poza Rica, Veracruz: El único LP que grabó El Tarro de Mostaza. El álbum mítico por el que todavía se pagan exorbitantes cantidades en su calidad de original, se ofrece una edición nada despreciable con una cruza de Pink Floyd y Los Ángeles Negros y hasta Azules, con y el hit oxidado: El Ruido del Silencio.
Y para los que no escarmientan y quieren tener un pedazo de la extravagancia del Kaleidoscope, está el mini-LP (Orfeón Dimsa) Hits Bodo Internacionales, del diseñador de su inenarrable portada: Bodo Molitor.
El intrépido y plañidera profesional, Manuel Álvarez, lo ha sacado con todos sus permisos, para que, aunque le caiga la ley, él atraviese el pantano y su plumaje no se enlode.
Estos son sólo unos pocos ejemplos del rock que muchos buscan a precios justos, aunque no sea en su formato original, pero sí garantizando hechura y calidad sonora para los que primero quieren oír, y luego discutir empaques y presentaciones y añejamiento, que sólo encarecen los discos.