A los números especiales de la revista Luchas 2000 (Máscara vs. máscara, Las más apasionantes y el número recargado) en cuyo consejo editorial militó Julio César Rivera, hay que agregar los tomos de la Enciclopedia de las máscaras donde se explora la genealogía de la capucha en la lucha libre mexicana, sus mitos, leyendas y hasta efectos colaterales.
Sin embargo, hasta ahora con el libro Antifaz de lucha libre, 1320 máscaras caídas y primeros enmascarados, de Alfredo Gutiérrez, se sigue paso a paso el auge, caída y desenmascaramiento de muchos héroes famosos y otros casi anónimos del pancracio nacional.
El ilustrado volumen del egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM sigue con apasionamiento, detalle y rigor informático el antes y el después de la máscara en la carrera de sus más de mil protagonistas, haciendo énfasis en la lucha libre antigua a ras de lona y la aérea y vertiginosa de hoy. Los registros de nacimiento de muchas de las máscaras legendarias y otras poco conocidas son puestas en tela de juicio y resolución histórica con nombres, personajes y simbolismos.
Todos caben bajo las míticas capuchas: luchadores profesionales únicos, juniors, minis, exóticos y más. Científicos, técnicos y villanos quedaron registrados con todos y cada uno de sus combates donde han arriesgado su identidad como héroes y villanos. De ahí la importancia de este imprescindible catálogo de luchadores buenos, malos y excepcionales que han protegido a capa, espada y argucias, su identidad.
Este recorrido pictórico de los mil y más diseños de la máscara, se basa en la tesis del mismo autor titulada “La Máscara del gladiador”, que ha servido de base para el más acucioso compilado de enmascarados de que se tenga memoria pictográfica viva en color y blanco y negro, aunada a una gran parafernalia de máscaras caídas en riguroso orden alfabético de tapa y arena del sacrificio. Esto, aunado a los programas y carteles de sus momentos cumbres, lo hace un imprescindible para los interesados en el devenir de la máscara y sus historias alternativas.
Cabe mencionar que el cine de luchadores se encargó de mitificar las capuchas legendarias de El Santo, Black Shadow, Blue Demon, y Huracán Ramírez, y también se dio el lujo de inventar máscaras y gladiadores que no necesariamente tenían que subirse al ring como, Armando Silvestre, en la serie de La sombra vengadora; El Vampiro, de la película Ladrón de cadáveres; Nutrón, El Enmascarado Negro, que tuvo su saga de aventuras; El Señor Tormenta, El Ángel (de debut y despedida en la trilogía de La Momia Azteca) y otro Ángel que hacia dupla con Satán en la cinta, y que no eran otros sino Karloff Lagarde y René Copetes Guajardo, en Los endemoniados del ring.
Sin embargo, la mejor máscara inventada para el cine es la de El ángel enmascarado (Héctor Bonilla) en la legendaria película de José Buil: La leyenda de una máscara (1991) con la historia del Santo, pero sin el Santo (gracias al peor enemigo del plateado: su hijo) que se levantó con cuatro Arieles y es, sin duda, la mejor película del cine de luchadores, actualmente en decadencia. El libro se consigue en alfredo_
antifaz@hotmail.com.
pepenavar60@gmail.com