Con el panorama del rock y el pop agonizando por la pandemia, y con una leve esperanza de cambio de que regresen pronto los directos para sustituir los simulacros en streaming, para comer, muchos músicos de primer nivel, sus mánagers y el home office de las disqueras en funciones aceptan como un hecho la agencia libre.
Por eso, no será raro oír en Spotify nuevos grupos y sus propuestas.
Uno de ellos es Los Empty Hearts, con una alineación de rock-pop profesional.
El ex Cars, Elliot Easton, en la guitarra; el baterista de Blondie, Clem Burke, el bajo de Andy Babiuk (The Chesterfields Kings) y la voz de Wally Palmar, de The Romantics. En 2004 grabaron un primer disco y no pasó nada.
Ahora regresan con un “Second álbum”, en el que aparece hasta Ringo Starr, en una canción de aliento Traveling Wilsburys.
El único Bee Gee vivo: Barry Gibb, con 74 años, vuelve a la carga para que el clásico sonido del trío suene ahora country y folk. Para eso fichó a la mismísima Dolly Parton, con Alison Krauss, Keith Urban y Olivia Newton John. Con eso aumenta su grandeza, prácticamente en todos los géneros. Esto ya le había funcionado en el espléndido volumen de Country heroes.
El rock italiano, del que los mexicanos fundamentalistas saben más que los propios italianos, ya descubrieron las bondades de Spotify, que pone en tesitura álbumes conceptuales inexistentes hasta en el mercado bucanero, con su concepto “This is”.
Algunos grandiosos del rock-pop italiano pueden tener su estantería virtual casera con la crema de, por ejemplo, Anna Oxa, Matia Bazar, Premiata, el Belleto di Bronzo o el Equipé 84.
Como hasta ahora es imposible copiarlos, la única manera de tenerlos es de forma ilimitada virtual (lo que no le resta un sonido profesional, del THX, para arriba, con un equipo medianamente competitivo). Y ahí está la accesibilidad por computadora y hasta celular. Lo que uno gana en catálogo disponible al capricho, es prácticamente todo.
La prensa especializada de rock, desde plataformas escritas o digitales, remite a la inmediatez de los discos de estreno a través de las plataformas que ofrecen lo último del género y casi discografías completas de grupos progre como After Crying, que alguna vez vinieron a la Ciudad de México, o metaleros de alcurnia, venerados en círculos cerrados y, en algunos casos, “demoniacos” desde su mismo provocador nombre, como Black Sabbath.
Sin embargo, pocos se atreven con rockeros que no han dejado de girar como Charlie Sexton, con el pretexto de que no lo conocen, cuando para eso están las plataformas, para que los conozcan y luego inicien la búsqueda frenética de sus álbumes que, eso sí, en forma de vinilos, valen una fortuna.