EL Sabina, ese que canta, vuelve a ser centro del chisme caliente, en su gira de despedida de conciertos de repetición instantánea, porque sus nuevos libros dictados a sus súbditos siguen sin reconocer lo que le dio México cuando era un perfecto desconocido. En cambio, habría que preguntarle qué pacto con el diablo tiene con Argentina, con la cual siempre se desvive en elogios de agachón.

El flaco de Úbeda se repite ya hasta el cansancio y sus canciones, para las “señitos” de 50 y más, ya no tienen más efecto que el que tenían sus rocanroles de los cuales, se alejó con la prudencia y medida del tiempo no recobrado.

Ya por favor, que se acabe la canción, su carrera y su obra porque parece que no le teme, ni él ni su perro fiel, Panchito, al paso del tiempo, que está por cobrársela luego de dos derrames cerebrales y 56 conciertos en 12 países.

DAMON Albarn, el cantante de Blur, no está de acuerdo en que los vejestorios emblemáticos en que se han convertido los Rolling Stones hayan presentado su disco en el ricachón barrio de Hackney.

Al tipo se le han subido los humos por un reconocimiento de la zona actual del lugar, alejado de los robos del pasado y las malas ondas con que cargaban, según el streaming que presentó la canción con que abre el disco, al mundo actual.

El enojo viene de que ahora su familia vive ahí, donde, por cierto, sus Satánicas Majestades nunca han tocado.

Lo único que dijeron Jagger y Richards era que le iban a calentar el oído al cantante de Oasis.

VIEJOS y nuevos caimanes del Tianguis del Chopo se frotan las manos y hacen cuentas, con lo que van a sacar en metálico este 23 de diciembre, a un día de Nochebuena, para ellos que dispararán los precios del vinil entre sus conocidos y los incautos de vinilos de hace años, con una nueva camada que quiere los mismos discos, sólo que en resina de color o con bonus tracks que no venían en las ediciones originales de hace años.

Los compradores de baratijas digitales están a la espera de encontrar al “disco perdido” o las ofertas que no se pasan de lanza. Con los libros de rock pasa lo mismo y hay que tener paciencia para buscar y encontrar.

Algunos viejos lobos de la letra impresa, como Toño Pantoja, tienen un gran acervo de volúmenes de rock, revistas especiales y baratijas, aparte de discos que tienen mucha demanda. Lo mejor son sus atractivos precios.

En este rubro sí aplica la máxima de un regateo formal, sin ventaja, a menos de que se trate de ofertas de llévatelo porque no habrá mañana.

Los de la Mondra Records sacarán también parte de un catálogo “que no se mueve tanto”, es un decir, ofreciéndolo a precio de me lo llevo, porque a lo mejor no lo vuelvo a ver, como algunos ejemplares del inacabable archivo de Frank Zappa; El Capitán Beeheart, la colecciones de psicodelia británica y francesa, ediciones raras de conseguir de Rhino, joyas de Krautrock y su archivo privado del rock italiano, que incluye a Banco del Mutuo Soccorso (incluyendo las ediciones mexicanas), New Trolls, Matia Bazar, Il Balleto di Bronzo, Goblin, Equipe 84, Museo Rosenbach, Le Orme y Premiata Forneria Marconi.

Sus precios están de no creerse, como los programas antológicos que pasan en YouTube.

También sacarán a la venta una colección inimaginable de trabajos de John Zorn. Lleven dinero, no vayan a mendigar.

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