En el año de 1957, el director de cine mexicano, Chano Urueta habló con el Gallo Giro, Luis Aguilar, y le propuso la filmación de un western rural que llevaría en el papel estelar a un agente de la ley encubierto que lucha contra una temible organización clandestina pueblerina llamada La hermandad de las calaveras.
La película que se convertiría por su éxito populachero en un clásico mexicano de la serie b, daría para dos secuelas: La marca de satanás y la cabeza de Pancho Villa. Para amarrar Urueta le preguntó a Luis Aguilar cómo cobraba, si por día de filmación o por película, al oír los precios Chano le dijo: “Te contrato por una semana y luego ya veremos”.
Durante siete días, Luis Aguilar cantó, fue filmado a caballo y tuvo escenas románticas con Flor Silvestre y algunas de acción en la tenebrosa hacienda de La Encarnación, un caserón en el Estado de México, en donde se filmaron películas de acción de la Sombra vengadora. Chano luego armó las escenas con Luis Aguilar para las otras dos películas. Que hábil fue, recordó alguna vez El Gallo Giro: “me hizo filmar siete días y luego hizo con algunos dobles de acción las tres películas”.
Las películas de El jinete sin cabeza fueron un éxito en los cines de piojito como el Maya y el Estrella. Sus tramas eran ingeniosas y las apariciones de El Jinete con una malla negra sobre la cabeza, fotografiada sobre fondos negros, lo hacían ver sin cabeza. Flor Silvestre se dejaba enamorar por el fuereño de doble personalidad, acompañado de su fiel escudero, Pascual García Peña.
En La marca de satanás, el charro se enfrentaba a un hacha diabólica y a unos bandoleros, aunque el mayor peligro, eran unos muertos que regresaban del más allá. En la trama aparecían celebres personajes del cine mexicano como Crox Alvarado, Jaime Fernández, además del luchador y argumentista, Fernando Osés.
Con la misma camada de actores y la inclusión del luchador Eduardo Bonada (La sombra vengadora), El Jinete se enfrentaba a una caja negra de poderes desconocidos y en un acto insólito aparecía mi general Francisco Villa, sin saber exactamente las increíbles consecuencias que desembocaban en el horror y la cantada.
A Don Chano se le debe una de las primeras cuatro emblemáticas del Cine de Luchadores: La bestia magnífica y, más tarde, asociaciones con Blue Demon, Tigres del Ring (comandados por “El Bronco”, Wolf Rubinskis). También forjó la leyenda de Juan Charrasqueado y se metió al cine de boxeo con David Silva y al thriller mexicano con Ventarrón.
Sin embargo, con El barón del terror (1962) logró llamar la atención del mismísimo Frank Zappa, que la consideró en su momento, como la película más psicotrónica que había visto en su vida. Un verdadero orgullo para el nacido en Mineral de Cusihuiriachi, Chihuahua que se nos fue en 1979.
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