Las nuevas generaciones se las han perdido, aunque hay algunos que, con espíritu de Indiana Jones, se las ingenian para localizarlas en sitios recónditos de las redes. Me refiero a cintas, muchas de ellas de culto, que iniciaron el cine alternativo, el de medianoche, el freak y el bizarro; poniendo las mínimas reglas que supusieron en su momento los saltos de la cinta de video al DVD y al Blu-ray.
Nombres de inventores de subgéneros de bajo presupuesto, o casi imposibles como Hershell Gordon Lewis, creador junto a su socio David Friedman de los Gore-Films; los Slasher Films, con el talento retorcido y brillante de tipos como Dario Argento, Brian De Palma, Wes Craven, o el de los incomprendidos Splatters-movies o esos obtusos títulos, debidos a Sam Raimi o los facturados por Troma, han hecho que el cine radical valga la pena.
Y muchos se preguntan: ¿dónde se consiguen ahora los modelos institucionales de ese cine (la saga del Vengador Toxico, los mutantes de Basket Case, los demonios de Evil Dead, y lo perpetrado por íconos del mal como Michael Myers, Jason Voorhees, Freddy Krueger, Chucky…que han hecho de estas míticas psychokills franquicias muy rentables)?
Pues siguen pululando en los bajos fondos del mercado rojo de Tepito, el Tianguis del Chopo y dealers particulares.
Estos señores que se apropian de un cine masivamente mal visto, que está contra la ñoñería de series y películas de Disney, las comedias esquizofrénicamente familiares, los cuentos triviales de amor y esas animaciones espeluznantes por computadora, ofrecen desde las clásicas de lo tenebroso hasta los últimos alaridos siniestros de la sangre, a precios de mátame, pero suavemente.
Versiones sin cortes, spin offs, curiosidades perturbadoras, masacres en cadena y zombis de todos los estilos y nacionalidades, se llevan de a cuartos con la primera división de monstruos de la Universal y la teatralidad sin paralelo de la Hammer Films, que los ha resucitado, corregido y aumentado.
Y si a eso se le suman los despertares del diablo y los documentales sobre géneros y estilos, la guía no puede ser mejor.
El precio de cada cinta es de verdadero terror para las “majors”, que nunca se han preocupado por el publico de la Serie B, que las ha reventado sin piedad al pronto pago por los excesos, al son equivalente de 20 copias por lo que vale (o más bien, valía) un original. Y eso aplica a toda clase de cine “no comercial” o de nicho e independiente.
Ninguna de estas cintas está en Netflix, HBO, Amazon, Izzi y demás, con catálogos fílmicos de verdadera pena ajena y desprecio total por el cinéfilo, harto ya de más de lo mismo.
Se tenía que decir, y se dijo.