Ok. Ya sabemos lo que va a pasar, sin embargo, al ver esas películas llamadas palomeras, hay ese gusto culposo por saber qué lleva a los actores principalmente a volverse figuras de culto palomero, en películas no sólo previsibles en sus tramas sino en sus confabulaciones genéricas. Adivinar diálogos, vaticinar secuencias, valorizar actitudes de los actores, nos llevan casi a dirigir la película de simple entretenimiento que estamos viendo.
No es necesario ver el tráiler, sobre todo si se trata de divertirse, porque muchas veces éste o los spoilers resumen o cuentan en él casi toda la película. Sin embargo, alguna opinión de alguien quien ya la haya visto merece tenerse en cuenta, y una sinopsis de las que ofrecen algunos sitios en Internet. Las cintas de acción policiaca y de espías de doble y triple cara, lo mismo que las de horror fantástico, vienen a ser de las más socorridas, por sobre los melodramas y las románticas.
El “no se miden” es un calificativo que suele aplicarse a estas historias llevadas a la pantalla grande para el simple divertimiento, sin que importen las críticas que tienden a crucificarlas sin miramientos. Disney no califica por sus películas de cartabón, lo mismo que las animaciones ñoñas a las que se dirige sin remedio Pixar. Automáticamente tienen cabida las películas de superhéroes infames de Marvel, duramente atacadas por Scorsese, donde hasta el más insulso de los superhéroes tiene película.
Entre palomeros natos, también hay jerarquías porque no es lo mismo Adam Sandler, que Silvester Stallone, Dolph Lundgren, Arnold Sachwarzenegger o Jason Statham (por mucho el mejor palomero, que quiere ser actor). Y de entre ellos los reyes del palomero story: Gerard Butler y Morgan Freeman, ya convertido en pasita humana. Butler es el actor palomero por excelencia. Si uno quiere diversión pura hay que ver Hunter killer.
En ella un capitán (Butler) de un submarino nuclear de última generación, se alía a los Navy Seals para rescatar a un presidente ruso acusado de traición. Las estrategias militares en el mar llevan hasta el extremo en una extravagante combinación de cerebro y músculos con esteroides en situaciones límite. Si a eso se le agrega la reducción del casi siempre villano, Gary Oldman, ahora como político militar, hay una obra maestra del palomerismo desmedido.
Si en London has fallen, Butler hacia pareja subordinada (agente secreto protector de presidentes de EU, Morgan Freeman), la formula se vuelve a expandir en Objetivo: Wahington D.C., donde el exdetective con chispas de chocolate en las mejillas y ahora pasita blanda de la presidencia norteamericana, Freman, confía su seguridad con el siempre empastillado agente Banning que asciende a jefe del Servio Secreto de palabra por el anciano Morgan.
El terrorismo organizado no está de acuerdo y, tras un ataque de drones, sólo se salva Banning y el preciso, que entra en coma. El FBI entra en acción para irse contra Buttler, en una de las mejores muestras de puro paroxismo palomero.
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