David Fincher, director de las imprescindibles Seven y Zodiaco, vuelve a elevar al cine de asesinos y sofisticada criminalidad a un nivel de perfección inimaginable de adrenalina, violencia, y exquisitez de la maldad sin límite, con su más reciente película, disponible en Netflix, El asesino.
Se trata de un pulsante thriller angustioso y cerebral de compensación por una bala perdida anunciada, con un profesional del gatillo y perfeccionista que, por un error en un tiro de alta peligrosidad, debe merecer una lección de violencia aplicada.
El ritmo de la venganza es impecable y meticuloso, en una persecución minuciosa de un perfeccionista de la muerte, que eleva el rango de psicópata desde la cabeza de un Michael Fasbinder fascinante, amante de la pulcritud y la planeación, con un mecanismo de eliminación para el cual no existe la piedad, sino la exactitud de un trabajo minucioso.
Sin embargo, un error de trayectoria de bala pone en peligro a los suyos, por lo que toma previsiones al límite, cuando un atentado que deja huellas le hace tomar extremas previsiones. Aunque tiene algo que predice el final, no deja de ser un ejercicio de precisión fascinante, sobre todo al ejercer una violencia inaudita que mantiene los pelos de punta.
El ritmo demencial de la cinta no tiene desperdicio, como la adicción a sus bien cuidadas imágenes de violencia anunciada por un limpiador meticuloso y detallista que no se tienta el corazón a la hora de dosificar la muerte a sangre fría, para los que se metieron en mala hora con él.
Pero, ojo, no hay sordidez en sus acciones llevadas al límite de lo absurdo y demencial, matizado con un velado tono pícaro. Si hay algo que juega a favor de El asesino, es su elegancia a la hora de ejecutar, cuando se tienen los medios económicos de otros trabajitos que le han proporcionado dinero y un arsenal de posibilidades para hacer lo que le venga en gana.
El reparto adicional integrado por Sala Bake: Tilda Swinton, Charles Parnell, Arlis Howard, Kery O’Malley lleva el grafismo de la novela de Alexis Nolent, basado en el guión de Andrew Kevin Walker al lirismo de la maldad y lo perverso, con una frialdad que enferma, en una tensión que se expande en detalles como un cáncer.
Fasbinder como asesino a sueldo está dispuesto a sobrevivir a costa de una vida metódica y muy cerebral que asusta. Por eso, ni mandada hacer la inquietante música de Trent Reznor (Uñas de nueve pulgadas) para alguien que comunica con lujo de violencia la venganza.
Las persecuciones endemoniadas y la tención contenida en la historiala hacen más salvaje en su montaje de cara larga y nada condescendiente y de perfección sin límite a la hora que la muerte toca a la puerta de los desgraciados que han metido la pata en este mundo decadente, retratado impecablemente en un filme
Sobre la entereza y el compromiso de un psicópata que, como cirujano, escoge todo tipo de objetos que lo ayuden mejor a matar. Y pobres los que se van a cruzar por su camino. Una película que ofrece una obsesión y pureza de un tipo dedicado a crimen de alta escuela, que deja huella cinematográfica y lección de muerte detallista y mordazmente ácida.