Hace mínimo un par de años, el biógrafo luchístico Mario Paniagua y Roberto López, metidos en esos menesteres de patadas y piquetes a los ojos, decidieron hacer un libro-fichero de máscaras y enmascarados no tan famosos como El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras, por citar tres de los más taquilleros en la pantalla grande. Su hazaña los llevó a documentar parte del pancracio en el ámbito cinematográfico del arranque del género, allá por los tempranos años 50.
Ahora, un nuevo volumen ilustra a los fanáticos del cine de las patadas voladoras y topes supersónicos, con una serie de nombres y motes que merecieron alguna inesperada salida no solamente en el ring, sino en el cine de acción, a los muy sonoros nombres que eran una invitación al cine de aventuras sin presupuesto. La pareja casi atómica de Paniagua y López, titularon su nuevo volumen como “Y se hizo la lucha” en la que recibieron ayuda del experto Christian Cymet, una autoridad en el cine de los costalazos.
Aparecen debidamente biografiados arenas chicas como La Arena Peralvillo, La Arena Libertad, La Coliseo, La Arena la Afición; El Deportivo Carrera, La Ayotla, La Cuajimalpa, la Arena Roma Mérida; La Plaza de Toros Tampico, La Arena Obrero, La Peralvillo Cozumel, La Canadá Dry y la existente todavía hoy, Arena México (Catedral).
En ellas sobresalían luchadores como: El Murciélago Velázquez, Black Gordman, El Hombre Rojo (que era El Santo) y muchos héroes desconocidos del pancracio que, alguna vez, incursionaron en el cine, marcando su debut y despedida. Había una sola carta formal (que fueran enmascarados) o rudos por naturaleza. En ese ámbito debutaron el Dr. Wagner y Jack O’Brien, junto con muchos luchadores de poca monta, pero con muchas aspiraciones, sobre todo en el cine de aventuras y acción.
Claro que los astros del celuloide eran los que acaparaban las películas, no importando que fueran extras. Black Guzmán, el hermano de El Santo, era uno de ellos. Lobo negro, cuñado del genial dibujante de la revista “Mad”, Sergio Aragonés, era otro. Hasta que llegó Black Shadow a poner orden, junto con otros tantos que terminaron como extras o actores de cuadro en las cintas de El Enmascarado de Plata. También fue plataforma esa parte de la historia del Cine B, el debut de Wolf Ruvinskis, que terminó siendo el malora de las películas de episodios dirigidos por Chano Urueta, “Los tigres del Ring”.
Black Shadow y Rito Romero fueron de esa camada en donde destacó Bobby Bonales, Enrique Llanes, Gory Guerrero, La Tonina Jackson, Firpo Segura, Emilio Charles, Juventino Romero y hasta mujeres como La Generala. Todos tuvieron su momento de oportunidad y algunos supieron aprovecharlo; otros no, como Arsacio “Kid” Vanegas. Sin embargo, todos o la mayoría de ellos, tuvieron su momento dorado.
Destacaron en la Serie B atletas como El Médico Asesino que, paradójicamente, en lugar de ser el villano, era el muchacho chicho de la película, aparte de regañón profesional. También con el mote de La Momia, nadie se explica cómo no llegó al cine de luchadores de la Serie B. Karis: La Momia y La Sombra Vengadora, sobre todo este último, que hizo varias películas. Otro luchador del pancracio fílmico fue Toro, compañero de El Llanero Solitario.
Y de los más conocidos en los ensogados fue El Cavernario Galindo, mientras el rey de la taquilla era Rodolfo Guzmán Huerta, el original Santo, el Enmascarado de Plata, encabezando una galería de lo más variado en las arenas chicas, La Coliseo y graderías de la periferia.