La sacudida, el escalofrío intenso y el pánico taquicárdico que trae esta nueva serie canadiense producida por Asylum para el canal televiso de CyFy deja en un segundo plano a los zombis enloquecidos y veloces, para centrarse en la paranoia humana.
Una bocanada de originalidad que no se sentía desde la trilogía original de los muertos vivientes de George A. Romero. La podredumbre humana sale a flote en formas demenciales, como en ninguna otra serie.
Se dice, como se pueden decir muchas cosas, que es una precuela de Z Nation, pero aquí se trata de verdadero terror, susto y nueva narrativa de un género que ya estaba, como escribí, en la disyuntiva de su jubilación. Black summer no cae en la trampa lastimera de los personajes, héroes y villanos, de la ya insufrible The walking dead, ni repite sus vicios.
Las viñetas cortas con nombre, y en algunos casos apellido, con que se maneja su estilística narrativa, son como ráfagas.
Sus zombis delirantes, veloces e implacables (al contrario de los tradicionales torpes y lentos), no son su esencia, sino el pivote para detonar los más bajos instintos humanos de supervivencia y respuesta instintiva sangrienta.
Ya no hay por qué aguantar spin offs de cuarta categoría, cuando estamos ante una genuina pesadilla angustiante con el dilema de ser comido al menor descuido.
A partir de la fundamental 28 días, de Danny Boyle, todos los tópicos del zombi común son salvados de manera frenética.
Aquí el ser humano, inmediatamente después de morir, se convierte en una maquila letal corredora imparable en intensidad mortal.
Estos zombis no mueren a la primera, ni a la segunda, sino hasta que se agota la metralla de balas, y no mueren sólo ellos, sino hasta los principales protagonistas de ese Verano Negro, en un guion original y bien desarrollado que destila maldad humana.
Como un extra entra la milicia corrupta y algunos humanos y jovencitos perversos, atrincherados en bunkers insospechados.
Bueno, hasta el muy sobrevalorado Stephen King, que ha hecho apología de la serie (cuya temporada dos se ha estrenado en Netflix, esta semana) en sus redes sociales, ha dado su visto bueno a las paranoicas escenas de supervivencia mediante situaciones extremas de confinamiento.
El reparto del primer verano oscuro lo conforman prácticamente actores desconocidos que pretenden llegar a “El Estadio”, donde parece que se les ofrece seguridad.
Pero ya se sabe que nada más es la finta gubernamental, porque justo ahí la matanza y el sálvese quien pueda son el pan de cada minuto que pasa.
Lo mejor es que en el primer episodio de la segunda temporada, la intensidad y las muertes que nadie se imagina suben de tono.
Lo mejor entonces es ver los demás capítulos, con pistola en mano.