Casi dos años después de llegar a la Ciudad de México, el guanajuatense Alejandro Cruz Ortiz, protagonizaría la noche del 7 de noviembre de 1952 el más significativo encuentro de lucha libre de que se tenga memoria en la Arena Coliseo contra El Santo.

En juego iban sus máscaras.

El llamado Príncipe Negro y “Hombre de goma” por su increíble elasticidad, perdió su máscara pero, cosas de la vida, ganó más fama y fortuna.

Considerado como el más grande artífice de la lucha aérea, inventó llaves de rendición como La leonesa, La shadina y La alejandrina.

El naciente cine de luchadores, por su popularidad, requirió de sus servicios, iniciándose en la mítica Ladrón de cadáveres (1957), de Fernando Méndez, con un pequeño parlamento.

También participó como actor de cuadro en algunos episodios de la serie Los Tigres del ring, de Chano Urueta.

En 1962, junto con otros luchadores, participa en la película Asesinos de la lucha libre, al lado del estelar Miguel Aceves Mejía. En el 63 formaría parte del reparto de El señor tormenta.

Ese mismo año actúa con el que lo desenmascaró en Santo en el hotel de la muerte.

Dos años después le enseña sus propios dientes a una manada de lobas de las que se suben al cuadrilátero (Las lobas del ring).

En 1968 actúa con su compadre y ex hermano Shadow en Blue Demon contra los cerebros infernales.

Luego estaría en la película Arañas infernales, antes de filmar con la dupla Santo-Demon, su match contra Los Monstruos, en 1970.

En el 71 aparece en el reparto de Los campeones justicieros y tres años después filma Los leones del ring.

Ese mismo año los mismos leones van en superlibre contra La Cosa Nostra.

Su última película la filma en 1975 (Noche de muerte), para protagonizar luego, en 2011, un mini documental que incluye la única entrevista filmada que le concedió en vida al filmaker e investigador Killer-Film.

Apenas cinco valiosos minutos de una de las más grandes leyendas de la lucha libre mexicana, que relata algunos momentos clave en su carrera y aventuras en un cómic firmado, como en el caso de El Santo, por el fantástico José G. Cruz.

Shadow, que vivió como príncipe, terminó vendiendo maletas, antes de morir el 8 de marzo de 2007, afuera del mercado Hidalgo, en la colonia Doctores.

Se le recuerda por el emocionante combate fílmico real en la Arena México, contra El Vampiro (Wolf Rubinskis), en la cinta Ladrón de cadáveres, en donde también le da una merecida madriza, cinematográficamente hablando, a El lobo negro que, honestamente, se la merecía.

pepenavar60@gmail.com

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