A falta del gran rockumental del 50 aniversario del Festival de Avándaro están los muchos rockus de Alfredo Gurrola, Héctor Avadie, Sergio García, David Celestinos, Los Tres Tristes Tigres y demás que rolan por ahí, cual desbocadas imágenes testimoniales de un evento que se recuerda por una gran cantidad de chunches de aquel entonces puestas al día: Piedras Rodantes, playeras, boletos, pósters, ediciones coleccionables de la revista Alarma!, la tasita del recuerdo, libros, revistas, fotos trabajadas; lodo petrificado y lo que se le ocurra al ingenio mexicano.

Hay tal cantidad de testimonios concretos de Avándaro, gloria, satanización y redención, que no debe sorprender si aparecen ahora partes del escenario, tubos de las torres o hasta el foco de luz de 60 watts con que terminó la odisea rocanrolera.

Es como El precio de la historia , según “Armándaro (en vida) Molina”, que barajó nombres como Bandido, El amor, El ritual, Epílogo, La División del Norte, Los Dug dugs, Los Yaki, Peace & love, Tinta blanca, Tequila y Three souls in my mind, sin Chela Lora.

Participaron también otros protagonistas como Enigma, Carlos Baca, La Fachada de Piedra y La Ley de Herodes, mientras otros contratados como La Tribu y Love Army, simplemente no llegaron.

Sin embargo, las imágenes de los rockus dicen más de ciertos pasajes del concierto y convivencia con algunos a la hora de bañarse en el río.

A los 20 minutos gurrolianos filmados en súper ocho y bonus con la cruzada de las bandas y éxodos posteriores, hay que sumar también los relatos de lo sucedido, desde otras perspectivas documentales.

Un ejemplo de eso es el Avándaro 20 años después, de Enrique Quintero Mármol, Víctor Vallejo y Jaime Bárcenas, Los Tres Tristes Tigres, van al lugar de los hechos y un cuidador del lugar, les dice hasta donde estuvo el escenario, que hoy ocupa una gran casa.

De este rocku existen dos versiones: una con Molina diciendo verdades a medias y otra como si fuera interrogado por la desaparecida DFS.

Alex Lora aparece en la segunda dando sus puntos de vista, con permiso de Chela, que no quería que saliera.

Entre los contenidos piratas ( Las glorias de Avándaro y De la noche del 11 al 12 ) hay curiosidades, que se complementan con programas de tv, como el In Memorian de Canal 11, con otro zarpazo de los TTT, y Memoria viva de ciertos días , de Canal 22.

De las cintas de Telesistema Mexicano, grabadas por Alazraki y “confiscadas” a de Llano, nadie sabe, nadie supo dónde quedaron. Mientras que, con pena ajena, se recuerda La historia detrás del mito: Avándaro, de TV Azteca.

No se sabe si alguien tiene la grabación de la transmisión radial del evento, hasta la célebre mentada de madre, ni en cuánto cotiza la fotonovela del “Casos de Alarma” dedicada al festival. No hay, hasta ahora, lo que se dice “la verdad histórica”, ni libro definitivo, ¡vamos! ni discografía concluyente en formato alguno.

La historia de Avándaro todavía tiene muchas anécdotas, de lo que ocurrió con estricto apego a la verdad. Aunque muchos asistentes y no, prefieren quedarse con la versión didáctica discográfica de Armando Molina, que comienza románticamente con un: “Había una vez en un verde valle…”

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