Nunca ha dejado de trabajar y de sacar los discos independientes mexicanos más profesionales que, por su manufactura, pueden competir sin problemas en el ámbito internacional. La pandemia no ha podido detener a este indómito de Aguascalientes a quien no lo detiene nada, ni las drogas ni el alcohol. El Palomas, como lo conocen sus más íntimos, acaba de dar otro campanazo épico: el lanzamiento de sus Crónicas bizarras & requintos de calavera: libro y CD, con un plus: un ánfora conmemorativa.
Apoyado con un primer sencillo: “El son de la necesidad, el tipo al que se le identifica también como “El último rupestre” o “El cerrajero de corazones”, desafía los cánones de una industria discográfica otrora poderosa que, al parecer ya no está vendiendo ni en las plataformas. Su sello mentor, La Veladora Producciones, hace ahora alianza con la editorial Taller de Creación Literaria, en este primer trabajo que data de julio de este 2021.
El grupo emergente para este proyecto lo conforman cinco músicos: Ernesto Castillo, Mario Villalpando, Michael Hernández Peña, Carlos Javier Vaujin Galloso y Carlos Galván. Y como invitados están Javier “Inventor de todo” Bátiz, en una rola, lo mismo que Federico Luna. Poesía y textos breves, pero sustanciosos, se combinan con canciones en la autoría del que tiene la llave de cerrajero y habita a veces la Suite Florencia. No faltan las fotos en color de Palomas con bombín.
Quienes han seguido de cerca la carrera de este inclasificable músico correctamente incorrecto, que le entra a todas las aristas musicales sin miedo a la muerte discográfica, saben que se trata de una garantía y que vale cada peso de lo que lo que escribe y canta desafiando trayectoria y estilos que, en más de una ocasión van de ida y vuelta del rock correctito, punzante a la trova y el guaguancó punk pasando por lo que se le atraviese.
“El son de la necesidad” es un buen ejemplo de su genio y talante.
Por eso no es de extrañarse del catálogo verbal sus comparaciones con el mismo “que prefiere ser petulante que complaciente; bizarro que ordinario, odiado que ignorado, retorcido que predecible”; el que también “prefiere ser engreído a navegar con la bandera de la falsa humildad”.
El Palomas Pack viene también con lobby cards, un separador y un mezcal virtual espadín que es, ante todo, cancionero y no cantautor, en una versión bien punk de la clásica “Llorona”.
Este tres tonos puede perder todo, como dice, pero nunca la locura. Y para venderse en este medio tan jodidamente complaciente, no hay que dejarse comprar en cualquier cosa. Porque este Palomero es de los chiras pelas en eso de las redes sociales como Facebook, YouTube, Instagram, Twitter y las que se vayan acumulando para el también amante de caderas, aunque engorden en el Chiquibom Blues.
Bajita la mano estamos ante esta colección de canciones entre el rock velado, tríos acústicos, el blues y las lloronas psicodélicas del que puede ser el disco del año.
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