Es increíble pero se acaban de cumplir 61 años del asesinato de John F. Kennedy y nada se tiene en claro: ni listas de sospechosos de haber jalado el gatillo, ni motivaciones que traten de esclarecer el magnicidio, ni los dineros que se manejaron en las teorías de conspiración del asunto.

Los supuestos cabecillas terminaron en la comparsa más aceptable en los turbulentos tiempos del Internet enloquecido: Kennedy murió tal y como se planteó en la película de Oliver Stone, JFK, en las dos versiones que circulan.

Otro acercamiento al caso es el que se esboza en la relativamente nueva aproximación que se ha hecho del asesinato emprendido por National Geographic, con el estreno de la especial indagatoria JFK: un día en América, una serie de tres partes que ha ganado el premio Emmy, que se ha vuelto franquicia recurrente de la historia de EU.

Los responsables de la trilogía son David Glober, Dan Lindsey y T.J. Martin, en colaboración con The Six Floor Museum, situado en el triángulo del tiroteo en la Plaza Dealey, en la ciudad de Dallas, Texas. Las imágenes colorizadas le dan otro aire al lugar y a los hechos que conmovieron al mundo, en la medida de un emocionante thriller que muy pocos recuerdan hoy, sobre todo si es que están vivos.

Nombres como Peggy Simpson, la única mujer reportera (de la Asociated Press) que trabajaba en Texas, salen a relucir con los de Rusty Robbins, un oficial de la policía inepta, hay que señalarlo, de Dallas, que conocía a Jack Ruby, que luego se la cobraría a Lee Harvey Oswald, y Bill Mercer, un reportero local que difundió la noticia.

La serie presenta también los testimonios de los agentes secretos Clint Hill y Paul Landis y de muchos testigos vivos que presenciaron el tiroteo. La historia va principalmente dirigida a las nuevas generaciones, en donde muchos como The Walt Disney Company, han estado involucrados.

Se trata de contenidos fascinantes ligados a la ciencia forense para tratar de esclarecer lo que ha salido a relucir luego de una tenebrosa desclasificación de documentos, de los que nadie sabía en tiempos turbulentos de Trump y Biden.

Salen en imágenes los que deben o deberían estar, en un caso que, luego de 60 años, sigue siendo una maraña de especulación dirigida. Mientras tanto, proliferan los documentales y películas sobre los cables emocionales que llevaron al asesinato el 22 de noviembre de 1963 en Dallas y las muertes convenientes a que dieron lugar, después de los tiros letales en un turbulento fuego cruzado que, incluso, involucró a temidos personajes mexicanos como el comandante policiaco, Florentino Ventura.

La CIA, los cubanos, la Mafia, el emporio petrolero, los dueños del dinero texano, el complejo militar, la conspiración extraterrestre, sus amoríos con Marilyn Monroe y otros temas más salen a relucir en esta reciente investigación, sin que nadie pague los trastos rotos.

Casi media docena de películas han tratado de dar pistas sobre lo que en realidad pasó pero no hay todavía a quién culpar, porque habría que buscarlo en el panteón. Como dijo el juez Jim Garrison, el único que llevó el caso al estrado: nadie sabe, nadie supo.

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