Timothy Garton Ash escribió Europa. Una historia personal. (Taurus. 2023), un sugerente ensayo que abarca desde el fin de la Segunda Guerra hasta nuestros días, con un fuerte acento en episodios en los que el autor tiene elementos de primera mano. Recorre la reconstrucción de Europa y la edificación de los Estados de bienestar, el desplome de la Unión Soviética y sus satélites y la ampliación de la democracia hacia el este, y culmina con una revisión de los fenómenos que están erosionando lo que parecía un consenso sólido. Uno, que es más que un botón de muestra, es la transición de Hungría de una democracia incipiente a un régimen autoritario. Lo citaré en extenso.

Escribe Garton Ash que conoció a Viktor Orbán en 1988. Era un dirigente estudiantil de 29 años. Su organización se denominaba Alianza de Jóvenes Demócratas y deseaban edificar un auténtico Estado de derecho, fomentar organizaciones independientes, hacer realidad la libertad de expresión, respetar los derechos humanos y una nueva Constitución. Se enfrentaron a un Estado que cancelaba todos esos derechos y posibilidades.

Treinta años después Orbán es el primer ministro de Hungría que se ha encargado de demoler la naciente democracia en su país. En 2010, Fidesz, su partido, logró el 53% de los votos, pero “un sistema electoral muy particular” le permitió hacerse de “más de dos tercios de los escaños” (¡Ah, caray!, ¿suena conocido?). Y entonces “Orbán, con el instinto de camorrista desarrollado en su dura infancia, se abalanzó”.

“Describió ese resultado electoral fortuito como una revolución… y aseguró que representaba la voluntad más profunda de la nación húngara… Fidesz neutralizó uno tras otro los controles y equilibrios de la democracia liberal: el Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, la Administración Fiscal, la Oficina Nacional de Auditoría, la Comisión Electoral, los medios de comunicación…”.

“No contento con subordinar los medios de comunicación públicos, Orbán se aseguró poco a poco del control real de la mayor parte de los medios comerciales a través de oligarcas amigos… El presupuesto estatal para publicidad se aumentó y se destinó a los medios que lo apoyaban. En épocas electorales, la mayor parte del aparato estatal se movilizaba para apoyar a Fidesz… Las posibilidades de obtener un empleo de funcionario o un contrato público dependían cada vez más de la lealtad demostrada al partido en el gobierno. Se acosaba a las organizaciones de la sociedad civil, algunas de las cuales cerraron”.

“Orbán celebró la elección de Donald Trump, quien le correspondió invitándolo a la Casa Blanca y exclamó: 'es como si fuéramos gemelos'". “Se suponía que semejante retroceso democrático era imposible para los miembros de la Unión Europea… Qué equivocados estábamos… Resultó que esta carecía de mecanismos eficaces para defender la democracia en el interior de un Estado miembro”.

Garton Ash se lamenta: su país, la Gran Bretaña, rompió con la Unión Europea, pero, dice, mantuvo su democracia. Hungría, por el contrario, sigue en la Unión, pero desmanteló la democracia. Un arreglo político que permite la convivencia de la diversidad y el ejercicio de las libertades, pero al que, si no se le alimenta, cuida y fortalece, puede desvanecerse hasta convertirse en su contrario, un régimen autoritario e incluso dictatorial.

Toda analogía entre países debe tomarse con pinzas. Pero las experiencias no son tan singulares como algunos creen. Vale la pena, por un momento, vernos en el espejo de otros.

Profesor de la UNAM