Dice el refrán que el pez por la boca muere. Me parece críptico. Pero para los fines de esta nota quiere decir que cuando uno habla se exhibe…
En el último debate entre los candidatos a la Presidencia, la candidata de la coalición oficialista, en medio de una retórica maquinal, nos ilustró sobre sus bien aceitados resortes autoritarios o si se quiere sobre su incomprensión o escasa valoración del pluralismo y la democracia. La última sección del debate versó precisamente sobre eso y la división de poderes. Veamos unos botones de muestra.
1. División de poderes. Dijo: “Vamos a hablar de la verdadera separación de los poderes, que ocurrió a partir de la Cuarta Transformación, la separación del poder político, del poder económico”. Es decir, evadió el tema y mintió. Lo que asegura jamás sucedió. Pero se trataba de conocer cómo piensa las relaciones que deben existir entre los poderes que diseña la Constitución y quizá la relación del Ejecutivo con los órganos autónomos del Estado. Pero no. Alimentada por la misma pulsión que el actual presidente, no es capaz de reconocer que la nuestra es una República en la que se aspira a que el poder se encuentre distribuido y no concentrado.
2. “Eliminación total de los plurinominales. 300 diputados y que no haya lista en el Senado”. Esas fueron las palabras en un tema fundamental: la representación, pilar de todo edificio democrático. Desde antes de la reforma política de 1977, la izquierda democrática hizo suyo el principio de que entre votos y representantes debería existir correspondencia. El PC, PSUM, PMS, PRD, PMT, PRT, plantearon una y otra vez que, si un partido obtenía, por ejemplo, el 20% de los votos debería contar con el 20% de los escaños y así. Y eso era imposible de lograr con el método uninominal que de manera mecánica premia a la mayoría y castiga a las minorías. Los plurinominales sirven para atemperar las distorsiones en la representación que arroja la fórmula uninominal. Lo que la candidata propone sin rubor es que una mayoría relativa de votos (menos del 50%) pueda convertirse en una mayoría absoluta (más del 50%) o incluso calificada (más del 66%) de representantes. Se trata de construir mayoría de manera artificial. Desde la oposición demandaba representación proporcional; desde el gobierno pretende vulnerar ese principio. Bien se dice que no es lo mismo ser borracho que cantinero.
3. “Los únicos que hemos luchado siempre por la democracia ha sido nuestro movimiento”. ¿De verdad lo cree? ¿dónde vivió los últimos 50 años? ¿Las reformas legales, las movilizaciones, las huelgas de hambre, las denuncias, las elaboraciones e iniciativas, las construcciones institucionales, los litigios judiciales a favor de la democracia se lo debemos solo a ellos? Un delirio que niega la historia.
4. Así acabó su intervención: “Ellos son el autoritarismo, nosotros somos la democracia; ellos son la represión, nosotros somos la libertad; ellos son los privilegios, nosotros el bienestar y los derechos; ellos son el saqueo, nosotros la defensa del patrimonio nacional; ellos son la mentira, nosotros somos la verdad…”. ¿De verdad? ¿Lo cree o lo finge creer? Dos bloques impermeables el de la virtud y el vicio, el Bien y el Mal, enfrentados. Bonito futuro nos espera con ese maniqueísmo como guía.
Y así se proclama demócrata. Bueno, todos intentan vestirse con ese ropaje. Recordemos que el régimen más autoritario del mundo se denomina a sí mismo como República Popular Democrática de Corea.