“El Estado soy yo” es una frase atribuida al rey de Francia a mediados del siglo XVII. Expresa de manera elocuente que la soberanía es unipersonal y que el rey se encuentra por encima de cualquier otra institución o norma. Se trata de un poder indiviso, concentrado, por lo cual suele hablarse de un monarca absoluto. Luis XIV lo era y faltaba más de un siglo para la revolución francesa.
De entonces para acá los Estados modernos, democráticos y constitucionales, suponen que el poder debe estar fragmentado, equilibrado, regulado, es decir, pretenden ser el antónimo de las monarquías absolutas. Eso hace nuestra Constitución que en las últimas décadas generó un entramado más complejo a través de los órganos autónomos que se agregaron a la división de poderes tradicional.
Pues bien, esas nociones elementales no son comprendidas y mucho menos valoradas por nuestro presidente que actúa como si fuera un monarca absoluto. El viernes 14 de abril, en su plática mañanera, lo expresó de manera transparente.
Ese día confirmó que desaparecería la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex. Cito: “Nosotros no necesitamos una agencia de noticias en el gobierno, eso era de la época de los boletines y de la prensa oficial y oficiosa … no es algo que nos haga falta como gobierno, tenemos la mañanera”.
Resultó revelador. Primero, el plural mayestático, ese “nosotros” propio de los monarcas y los papas. Luego, la confusión entre Estado y gobierno, creyendo que desde el Ejecutivo puede hablar por la constelación de instituciones y poderes que conforman el Estado: “Nosotros no necesitamos”. ¿Él o las instituciones de la República no lo requieren? ¿O son lo mismo? Y lo fundamental: la incomprensión absoluta de lo que es una agencia de noticias estatal. Habla de Notimex como si su exclusiva función fuera la de emitir boletines del gobierno (que por lo demás no sobra), y que, por ello, con “las mañaneras” son suficientes. Imagina que Notimex era una oficina de prensa del gobierno, por lo cual, si él habla todas las mañanas, ya no se necesita.
Notimex puede tener muchos problemas pero, de manera zigzagueante, intentó convertirse en una agencia de noticias capaz de dar por lo menos cuenta del acontecer nacional en el concierto desafinado de las múltiples agencias internacionales que alimentan a los medios de comunicación. Es producto de la necesidad de un Estado como el nuestro por no depender para todo de las agencias internacionales.
Por otro lado, refiriéndose al Instituto Nacional de Acceso a la Información (Inai) dictaminó que “no sirve para nada”. “¿Para qué un aparato burocrático?” Según él, “ese tipo de organismos fueron creados para simular que combatían la corrupción… (y) representan un cargo al erario”. Luego de esa declaración, fue claro por qué el Senado no ha nombrado a los comisionados y mantiene prácticamente paralizada a la máxima autoridad del Instituto, el pleno de comisionados.
El acceso a la información pública fue una de las reformas más relevantes en el presente siglo. Convirtió esa información que durante décadas se manejó como si fuera patrimonio exclusivo de los funcionarios, en información que debe estar al alcance de cualquier ciudadano. Para ello se creó el Inai. Por supuesto que contribuye al combate a la corrupción, pero esa no es su función exclusiva. Mantener descabezada una institución autónoma del Estado por el capricho del titular del Ejecutivo es otra muestra de que el presidente piensa que el Estado es él.