El orgullo compartido por los egresados y los actuales estudiantes de la UNAM se ve lastimado por los imprudentes, innecesarios e infundados ataques vertidos por el señor presidente de la República en contra de nuestra Máxima Casa de Estudios.
Este embate de duros e inconvenientes calificativos se agrega a otros tantos lanzados por el primer mandatario en contra del ITAM, del Conacyt, del INAI, del IFT, de Banxico, de la CNDH, del CIDE, del INE, del TEPJF, de la COFECE, del Coneval, del CRE, de la Suprema Corte, de “intelectuales orgánicos”, de periodistas “chayoteros”, de la “prensa vendida”, de la clase media “aspiracionista”, de “abusivos” inversionistas en energía limpia y renovable y algunos más ligados con el neoliberalismo.
Critica el Ejecutivo que la UNAM no ha estado a la altura de las circunstancias, quedándose callada durante el periodo neoliberal, perdiendo su esencia, convirtiéndose en individualista, derechizada a partir de un proceso iniciado a partir de que intentaron cobrar colegiaturas: “Ya no hay los economistas de antes, sociólogos, politólogos, abogados. Ya no hay Derecho Constitucional, ya el Derecho Agrario es historia, el Derecho Laboral; todo es Mercantil, Civil, Penal. Fue un proceso de decadencia”. A los egresados de la UNAM, AMLO les reprochó no ejercer en el servicio público y que prefieran trabajar en despachos privados donde han perdido dimensión social Aceptó el presidente que desde tiempos de Juan Ramón de la Fuente ya había neoliberalismo en la UNAM.
Los términos “neoliberal” y “conservador” han quedado satanizados por la 4T, mencionados como algo vergonzoso que ocultar. ¿Cómo es que la UNAM se mantuvo callada en tiempos neoliberales? Pues porque en otro tiempo y circunstancia, gobiernos democráticos consideraron acertado aplicar dicha teoría consistente en reducir al mínimo la intervención del Estado apoyando la libertad económica y el libre mercado, siendo su principal gurú el premio nobel -1976- Milton Friedman, doctrina aplicada en el Reino Unido por el gobierno de Margaret Thatcher -1979 a 1990- y en Estados Unidos por Ronald Reagan -Reaganomics, de 1981 a 1989-. Recordemos el México de 1982, inmerso en difícil crisis de pago de deuda externa, en que se aplicaron las Políticas de Ajuste Estructural -PAE- condicionadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. De ninguna manera se le puede reclamar a la UNAM “quedarse callada” cuando un gobierno electo mayoritariamente aplica políticas económicas acordes a las circunstancias y cuyo desenlace aun es imprevisto. La UNAM -367 mil alumnos- es un espacio de libertades abierto a las distintas ramas del conocimiento, respetuosa, tolerante y cuando procede también crítica de las diversas ideologías, corrientes de pensamiento y posiciones políticas, donde se ejerce la libre cátedra y cada estudiante decide su propio proyecto de vida. ¿Qué nos parecería que la UNAM ahora deje de quedarse callada e increpe al actual gobierno por las audaces decisiones que asume, anticipándose al resultado de las mismas?
Rector Enrique Graue: “La educación que imparte la UNAM responde al llamado de la sociedad que demanda la superación colectiva y la formación de cuadros competentes y comprometidos con la prosperidad de la nación”. Es inquietante el entorno de descalificación, encono y polarización propiciado desde el templete del poder, justamente de donde debiera provenir el consenso, la concordia y la unión.