José Rubinstein

Todos somos pueblo

23/04/2021 |04:13
Redacción El Universal
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Ha pasado más de un año desde aquel final de febrero de 2020 en que se presentó en nuestro país el primer caso de Covid 19. Hoy – subestimadas cifras oficiales- rondamos las 214 mil víctimas mortales. De entonces a la fecha han suspendido actividades más de un millón de empresas, con la consiguiente millonaria pérdida de empleos. En este fatídico año, se anexaron a las filas de la pobrezaa aproximádamente 11 millones de mexicanos, disminuyendo el producto interno bruto país 8.5%. En consecuencia, hoy cada quién enfrenta su propia realidad, llorando ausentes y/o buscando reincorporarse a la vida productiva.

El pandémico entorno al que nos enfrentamos lejos de unirnos a los mexicanos en torno a una causa común, nos polariza, nos aleja entre nosotros, derivado de una confrontación ideológica anidada en el cotidiano discurso de nuestro omnipresente Presidente, cuyo contenido trata reiteradamente sobre el daño que a México le hicieron principalmente los pasados 36 años de regímenes neoliberales, caracterizados por un conservadurismo corrupto e hipócrita, a quienes poco o nada les importó las necesidades “del pueblo”. Como si perteneciéramos a dos bandos opuestos, nos vemos enfrentados conservadores y liberales, aunque para ser sinceros, seguramente la mayoría en ningún momento tuvimos conciencia de pertenecer a una especie de cofradía que nos rotulara como unos u otros, o nos incluyera por estar a favor o en contra del pueblo. ¿Acaso no todos somos pueblo? ¿Existe alguna tenue línea que separa al pueblo del no pueblo? ¿Los liberales no tienen nada de conservadores y viceversa, no hay híbridos? ¿Pueblo es sólo el que apoya a AMLO?

La aceptación a favor del llamado gobierno de la cuarta transformación es genuina, descalificar a la oposición corresponde más a actos de campaña o siendo minoría. La mejor estrategia es cumplir los compromisos adquiridos, gobernar acertada y honestamente, los resultados hablan por si mismos, sin auto elogios ni denostando adversarios. El presidente López Obrador cumple con un trazado plan de ruta acorde a sus convicciones, reacio a cualquier cambio sobre la marcha, sin embargo, ocuparía un sitio de mayor privilegio en la historia si evitara confrontaciones y cediera en asuntos que abonarían a su posición democrática. La obstinación por colocar a toda costa a Salgado Macedonio puede resultar contraproducente -alguna falla tuvo Morena al no haber cumplido con los procedimientos de precampaña-, será el Tribunal quien decida al respecto y punto. Coincidimos en la capacidad, rectitud y valía del presidente de la SCJN, Arturo Zaldivar, pero presionar directamente la extensión de su mandato es inconstitucional, las leyes no son retroactivas y Zaldivar fue electo por un periodo definido. El mensaje referente a que la reforma judicial sólo sería exitosa con Zaldivar y que en caso contrario ”sería más de lo mismo” es incorrecto y deja mal parados a los ministros de la Corte. Finalmente, de abstenerse AMLO en las mañaneras, durante la veda electoral, de difundir logros de gobierno, obra pública, emitir información dirigida a incidir en las preferencias electorales de la ciudadanía o tundir al ahora por él apodado “partido conservador”, seguramente no alteraría sustancialmente los resultados electorales y el Presidente se habría conducido como un prudente estadista.

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“Todos somos pueblo”.