En el confesionario electoral, frente a las urnas, en el instante de tachar las correspondientes boletas, prevalece la figura de los candidatos por los que vamos a votar sobre la del partido que representan. Ha cundido la percepción de que la marca Morena es suficiente salvoconducto para alzarse con el triunfo electoral - tal y como sucedía con el PRI del pasado siglo -, lo cierto es que no hay partido político eterno ni candidato que escupa para arriba sin salpicarse.

Entramos a la fase electoral en que safín safado no es perdonado, es decir, todo desacierto del aspirante que sea es aplicado en su contra, etapa en que surgen encuestas de todo tipo arrojando datos incompletos y sesgados, fotografías dentro de un recorrido cuya meta está a un mes de distancia. La foto del día de ayer muestra a Morena aventajando en 9 Estados –en fotos anteriores llegaron a ser 12 Estados- en pos de sus respectivas gubernaturas; En Nuevo León la candidata Clara Luz Flores resbaló por una pifia testimonial y cayó al tercer sitio, en Sonora a Alfonso Durazo se le ha complicado su elección, Sinaloa está competida, en Guerrero Morena ha descendido 11 puntos en virtud del sainete de Salgado Macedonio, Michoacán se ha cerrado, en Campeche la aventajada Layda Sansores ha caido 15 inexplicables puntos, En Baja California, Baja California Sur, Colima, Nayarit y Chihuahua, Morena ha perdido entre 3 y 5 puntos en cada localidad. En cuanto a intención del voto a nivel nacional para elegir diputados, Morena cuenta con 40% a favor, contra 20% del PRI, 19% del PAN y 5% de MC principalmente. Dichos porcentajes se verán ajustados por efecto de las coaliciones en que participan y por las correspondientes sobrerepresentaciones.

Ninguna advertencia o amonestación del INE tendiente a evitar la ingerencia presidencial en el proceso electoral ha tenido –ni tendrá- efecto. AMLO resiente ser el presidente más criticado desde Francisco I. Madero, probablemente así sea, aunque los medios han sido críticos de absolutamente todos los presidentes anteriores, pero es que tampoco ningún mandatario anterior tuvo una cotidiana presencia mediática, ejerciendo una incesante crítica abierta hacia la prensa –“la más injusta, la más distante, la más lejana al pueblo y la más cercana a los grupos de poder conservador”- , intelectuales, neoliberales, neoporfiristas, conservadores, además de la pléyade de adversarios acumulados en el camino, a pesar de que su fuerte no es la venganza. Por otro lado, consideremos la actual penetración masiva de las redes sociales, adelanto tecnológico que no le tocó a Madero ni a sus inmediatos sucesores. Es así como en las dos recientes mañaneras el presidente decidió hacer una denuncia en su carácter de ciudadano –¿es posible?-, refiriéndose al candidato del PRI para la gubernatura de Nuevo León, Adrián de la Garza, quién ofreció en las redes una tarjeta con dinero a quienes lo favorezcan con su voto - mil 800 pesos bimestrales-. Tiene razón AMLO, pero no la tiene al intervenir en un proceso al cual él señaladamente es ajeno.

Definitivamente no es tiempo de canallas ni de zopilotes, es tiempo de fraternidad y de solidaridad, de compasión y de respaldo, de apoyo y de unión. ¿Existe algún partido político que esté de acuerdo con tales propuestas para otorgarle mi voto?

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