Se tensa la cuerda. Haber expuesto el presidente de la República urbi et orbi los supuestos ingresos -aparentemente inexactos- percibidos por Carlos Loret de Mola en 2021, rebasa sus facultades constitucionales y viola las garantías individuales del ciudadano periodista. López Obrador se mostró inconforme de que Loret gane 15 veces más que él. Luego entonces, ¿la transgresión del comunicador consiste en haber ganado en demasía, aunque sus ingresos hayan procedido de relaciones contractuales con empresas privadas que convenientemente aprobaron los emolumentos a cubrir y por los cuales Loret presuntamente ha pagado impuestos? “Voy a pedir que me den la información a detalle sobre esto…y lo hago porque está de por medio la “transformación”. Si a esas nos vamos, habría que ir tras del Canelo Álvarez.
La indignación de AMLO en contra de Carlos Loret se deriva principalmente del reportaje efectuado en el portal de Latinus donde se da cuenta del conflicto de intereses en que aparentemente incurrió el hijo de AMLO, José Ramón, por la casa en que habitó en Houston junto con su familia, alquilada a algún ejecutivo de Baker Hughes, empresa contratista de Pemex.
López Obrador envió al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales -INAI- una carta solicitando se lleve a cabo una investigación para hacer públicas las percepciones, los bienes y el origen de la riqueza de Carlos Loret, sus socios y sus familiares. De no tener competencia el Instituto -que obviamente no la tiene-, el presidente inquiere si él, como ciudadano ejerciendo su derecho a la libertad de información y expresión, puede hacer públicas facturas y comprobantes de ingresos del citado periodista. O sea, ¿hace de lado la investidura presidencial para actuar como simple ciudadano? El INAI respondió a AMLO no tener facultades legales ni constitucionales para llevar a cabo la solicitada investigación. Justamente el INAI está para proteger los datos personales de toda persona, transparentando sólo la información del orden público.
Pienso en un actor que decide bajarse del escenario para liarse al tú por tú con sus críticos. López Obrador es el presidente de todos los mexicanos, su cometido es llevar la fiesta en paz, para así sacar adelante su proyecto sexenal, ”la unión hace la fuerza”. Pues no es el caso, AMLO se encabrita con la disidencia, abomina la crítica, exalta a sus seguidores y desacredita a sus detractores. Van tres años de descalificar a periodistas y medios de comunicación, reprimiendo la libertad de expresión asumiendo una actitud autoritaria, sosteniendo que se trata de un interesante debate, lo cual es una falacia, ya que el presidente, desenfadado rige cotidianamente la agenda nacional desde Palacio, aprovechando las facilidades técnicas y de difusión masiva, mientras que cada aislado debatiente, acotado se comunica desde su limitado espacio. Difícil debatir con el poseedor del micrófono nacional cuando contundente, con argumentos alejados de la realidad proclama: “Vamos muy bien, antes los pobres no recibían nada porque todo se lo robaban, como iban a tener becas los niños si se lo daban a periodistas golpeadores y cuántos contratos recibían por la publicidad oficial”.
Aun así, con o sin la venia presidencial, coincidimos con Gabriel García Márquez: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”.