El secuestro perpetrado hace 20 años —4 septiembre 2000— del auditorio Justo Sierra de la UNAM, inaugurado en 1954, conocido popularmente como Che Guevara desde 1966, por diversos colectivos de estudiantes —es un decir— de izquierda, prevaleciendo la imposición del autodenominado grupo Okupache, permanece impune ante la inexplicable indiferencia de las autoridades y de la comunidad universitaria, incluyendo a los miles de egresados que desinteresados contemplamos este absurdo atentado en contra de nuestra Máxima Casa de Estudios. ¿Qué justifica a tres consecutivos rectores hacerse de la vista gorda en esta afrenta de honor y justicia? El rector Graue en 2016: “El espacio es nuestro como tal, no hay ninguna duda al respecto de que es de la Universidad. Primero hay que procurar toda la capacidad de diálogo que tiene la Universidad y evitar cualquier acto de violencia en este proceso”. Pregunto: ¿Cuatro años son insuficientes para procurar la capacidad de diálogo?

El citado auditorio Justo Sierra, anexo a la Facultad de Filosofía y Letras, a escasos 100 metros de la Torre de Rectoría, declarado en 2007 Patrimonio Cultural de la Humanidad, ya había sido incautado por el Comité General de Huelga —CGH— a lo largo de la prolongada huelga de nueve meses de la UNAM, que costó la rectoría a Francisco Barnés en su fallido intento por elevar las inamovibles cuotas simbólicas. Los grupos anárquicos que cohabitan el aludido auditorio, prácticamente desmantelaron las instalaciones, sin butacas ni sillas, guarida en tinieblas, insalubre dormitorio público con impregnado hedor a orines. El descaro del grupúsculo Okupache pregona que el sitio invadido les pertenece: “Es un espacio autónomo de trabajo autosugestivo”. Los incrustados anarquistas abiertamente venden antojitos en el pasillo que conduce a Filosofía y Letras y a la Biblioteca Central, con el esparcido susurro de venta de drogas al interior del auditorio. Agreguemos las fiestas y desmanes con estruendosa música proveniente de la clandestina estación de radio manejada por los Okupas. En el colmo del cinismo, miembros del colectivo aceptan no pertenecer a la plantilla de alumnos de la UNAM. La autonomía universitaria resulta un falso mito cuando parte de sus instalaciones permanecen secuestradas por largos 20 años. ¿Soy autónomo en mi propia casa cuando una habitación de la misma es ocupada por intrusos? ¿Soy autónomo cuando en gran parte cubro mi presupuesto con subsidios federales? Indeseable, pero quizás inevitable, el conflicto de 1999-2000 de la UNAM concluyó con la incursión de la fuerza pública …pero concluyó.

El mal ejemplo de tolerancia a conductas nocivas en torno al auditorio Justo Sierra ha cundido en otros planteles que se han manifestado e incluso interrumpido actividades, exigiendo erradicar el acoso sexual, eliminando la violencia de género. A febrero pasado, 16 planteles de la UNAM con más de 80 mil alumnos estuvieron en paro.

Prevalecen distintas posiciones para enfrentar el conflicto del auditorio secuestrado —robado—, destacando quienes proponen debatir sobre la recuperación del recinto en disputa a través de un Congreso universitario de carácter resolutivo y otros por celebrar asambleas en cada facultad, sin embargo, lo imperante es que la autoridad universitaria se muestre, actúe y hable con el firme espíritu de la raza que representa!

Analista político

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