La bala que le pasó rozando a Donald Trump prácticamente lo catapulta en calidad de héroe hacia la presidencia de Estados Unidos. Para México la resurrección de Trump significaría el endurecimiento de la política de nuestro vecino en asuntos de migración y fronterizos, en comercio y economía, seguridad y narcotráfico, en energía y medio ambiente, en cooperación bilateral, utilizando tanto medidas económicas como diplomáticas con el propósito de presionar al gobierno mexicano a alinearse a sus objetivos.
Trump intensificaría la construcción del muro fronterizo con México, seguramente reanudaría políticas como “Quédate en México” que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México mientras sus casos son procesados en Estados Unidos, asimismo aumentarían las deportaciones y reforzamiento de seguridad fronteriza incrementando el número de agentes de la Patrulla Fronteriza, igualmente amenazaría como instrumento de presión contra la migración ilegal con imponer aranceles sobre productos mexicanos, seguramente Trump buscaría negociar ciertas clausulas del T-Mec para favorecer intereses de E.U, principalmente en el ramo automotriz y en agricultura. Trump demandaría mayor cooperación de México en la lucha contra los cárteles de la droga, presionando para una mayor intervención de E.U. en operaciones antidrogas, declarando como organizaciones terroristas a cárteles mexicanos. Trump adoptaría un tono amenazante, ajeno al lenguaje diplomático, en detrimento de la relación de igualdad entre ambos países.
Cosas veredes, ¿quién podría imaginar que Donald Trump, el radical populista, patán, soberbio y vulgar empresario político, reiteradamente acusado judicialmente por distintos delitos, hallado responsable por conducta sexual inapropiada, instigador del humillante asalto al Capitolio perpetrado por sus hinchas, luego de no reconocer su derrota electoral frente a Joe Biden. Trump, el ocupante reciente en varios banquillos de acusado, justamente, este controvertido individuo, parece estar a punto reinstalarse en la Casa Blanca.
La fuerza de Trump es la debilidad de Biden. Los demócratas están por perder la presidencia al no haber sido capaces de presentar a un candidato competitivo, y no es que Biden no lo sea, es que sus públicas demostraciones de senilidad y evidentes lagunas mentales, le restan la confianza incluso entre sus otrora simpatizantes. Biden se aferra a la candidatura a pesar de lo evidente: “ Las encuestas muestran que no hay una brecha amplia… Soy viejo, pero sólo soy tres años mayor que Trump, y mi agudeza mental está endemoniadamente bien”. Siendo realistas, lo más probable es que Biden compita y pierda frente a Trump. La vicepresidenta Kamala Harris también perdería de ser propuesta candidata. Una posibilidad sería sacarse de la chistera a un vicepresidente que inspire tranquilidad al electorado.
Frente a Trump, Claudia Sheinbaum habría de defender los intereses de México balanceando firmeza y diplomacia, recurriendo a un diálogo directo y respetuoso, dando prioridad a temas económicos, de migración, medio ambiente, narcotráfico, energía y seguridad. Trump ha advertido que de reinstalarse en la presidencia daría prioridad a la conclusión del infranqueable muro que separaría literalmente a Estados Unidos de México.
De no ocurrir algún imprevisto, contra toda lógica, se dará la resurrección de Trump, coincidiendo con el inicio de un nuevo gobierno en México. Ya sabemos como se las gasta Trump, estemos alertas, firmes defendiendo los intereses de nuestro país.
En tanto, ojalá ocurra algún imprevisto.