La exactitud o inexactitud de relevantes sucesos de interés nacional dependen del enfoque particular del exponente. La opinión pública se nutre informativamente de cuanto difunden los medios, sin conocer a fondo y obviamente sin ser expertos en los tantos temas expuestos, de allí, sin contar con los elementos de juicio suficientes, se norman criterios y se establecen conclusiones. La difundida mañanera presidencial permite al Ejecutivo propagar masivamente su propia postura con respecto a los diversos asuntos que conforman el devenir nacional con mayor dispersión que cualquier noticiero o medio comunicativo. Es así como nos enteramos de contundentes datos y cifras como si se tratase de irrefutables verdades, sin embargo:
¿Cómo creer que las gasolinas se mantienen inalterables en su precio cuando la Premium se vendía a fines de 2020 a $18.52 y antier a $24.49 en la CDMX? ¿Qué tan interiorizado puede estar un ciudadano común acerca de las diferentes tarifas por kilowatt hora, ya sea suministradas por la CFE o por empresas privadas, a quién creerle cuando unas y otras ofrecen a futuro electricidad más barata? ¿es verdad que Walmart, Oxxo y Bimbo, entre otras, pagan menos por el servicio de electricidad que una casa o una tienda de abarrotes? ¿Es legítimo que el 70% de tiendas Oxxo se abastezcan por medio de energías renovables a través de contratos con cinco parques eólicos? ¿Es confiable la palabra de Emilio Lozoya delator de cuanto personaje se cruzó por su camino, con tal de salvar su propio pellejo? Por cierto, ¿el liberado Lozoya no cuenta con los medios para fugarse? ¿Marcelo Ebrard es responsable político porque bajo su administración se construyó la línea 12 del Metro aunque argumente que él no se podía poner a supervisar la instalación de los pernos y soldaduras de dicha construcción? ¿Es convincente sostener que la función de las empresas se reduce a invertir, producir, crear empleos y pagar contribuciones, ya que la función de los empresarios no es invertir en obras sociales y que la participación filantrópica obedece a la intención de evitar el pago de impuestos o para presumir o saludar con sombrero ajeno? ¿Es admisible afirmar que en México se acabó la corrupción como efecto de que el Presidente no es corrupto, porque las escaleras se barren de arriba para abajo y aunque algunas cosas se oculten, pronto se sabe?
Resulta complicado creer a pies juntillas las triunfales observaciones presidenciales relativas a que México ya es ejemplo ante el mundo, porque “sí funciona nuestro modelo, y es muy sencillo de aplicar, por eso voy a la ONU: es cero corrupción, cero impunidad, honestidad y combate a la desigualdad social”. Complicado porque por otro lado nos enteramos que The World Justice Project en su índice de Estado de Derecho 2021, ubicó a México en el ranking de Ausencia de Corrupción en el lugar 135 de 139 naciones evaluadas, solo por arriba de Uganda, Camerún, Camboya y República Democrática del Congo.
Propagar inexactitudes -quién lo haga- y esparcir y acomodar verdades a medias reiteradamente, contribuye a conclusiones incorrectas. Queremos creer, pero apoyados en la verdad, la cual va de la mano con la confianza.