Lo que queremos es que a México le vaya bien. Aspiramos —en pasado y en presente— a salir adelante sin repudiar ni descalificar, sin adjudicar adjetivos ni membretes. Si alcanzamos a ser felices, felices, felices, qué más da ser tildados de conservadores, neoliberales, revisionistas o americanistas.

La habilidad comunicativa del presidente López Obrador ante sus gobernados consigue que su personal visión y ambición pareciera emanar de la voluntad popular. De allí la relevante responsabilidad de las palabras, ya que los llamados adversarios del presidente, por añadidura también lo podrían ser del “pueblo”. El redundante autoelogio descalificando a otros, conlleva el riesgo de producir efectos adversos. No es sensato denostar en cada oportunidad a quienes fueron ya rechazados en las urnas, con frases recurrentes como: ya no es como antes, esto ya cambió, no nos confundan, no somos iguales, no nos comparen eso calienta, etc. Los resultados hablarán por sí mismos a su debido tiempo, esto no termina hasta que termina.

En esta tesitura se llevó a cabo el Primer Informe de Gobierno de AMLO al año de asumir el poder, siendo en realidad el 4º. El 1º fue el 11 de marzo a los 100 días de tomar posesión, el 2° fue el 1 de julio al año de ser electo, el 3º fue el 1 de septiembre. Aproximadamente 20 mil opositores a la política de López Obrador, en paralelo al Informe, marcharon del Ángel al monumento a la Revolución, exigiendo primordialmente seguridad y justicia, crecimiento económico y servicios de salud.

El presidente López Obrador informó haber ya cumplido con 89 de los 100 compromisos contraídos al inicio de su mandato, reconociendo la falta de seguridad y de crecimiento como principales pendientes, satisfecho de haber implantado la austeridad republicana, combatido la corrupción, contenido la inflación, derogado la mal llamada reforma educativa, promulgado la ley de extinción de dominio, aumentado el salario mínimo, mantenido el pago de la deuda externa, creado la Guardia Nacional, reducido el huachicoleo, implementado la revocación de mandato, instaurado la consulta popular, principalmente. AMLO solicitó un año más para consolidar la 4T, “Cuando cumplamos dos años de gobierno los conservadores ya no podrán revertir los cambios”.

Quedamos convencidos de la buena voluntad, de la tenacidad y de las infatigables jornadas de trabajo que caracterizan al presidente López Obrador, al igual que nos resulta evidente la austeridad gubernamental, la disciplina fiscal, la atención al gasto social, el control inflacionario, la solidez de nuestra moneda y muy especialmente la férrea determinación por combatir la nociva lacra de la corrupción. No obstante, tememos que la cancelación del NAIM podría ser el capricho que marque el sexenio, y no vaya a ser que Santa Lucía no cuaje, que Dos Bocas por su boca muera, que el Tren Maya haga chu chu chu y que se insista en intercambiar balazos con abrazos. Si se ha defendido a ultranza la No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos, ¿por qué tomar partido por Evo Morales?

Entre los inminentes retos a enfrentar sobresalen la inseguridad, el nulo crecimiento económico, implantar un eficiente sistema de educación de calidad, otro de salud y abatir la corrupción.

El discurso triunfal sucumbe ante los fríos datos de organismos especializados, que por ejemplo refieren un nulo crecimiento económico en el presente año o la prueba Pisa 2018 que remite a los estudiantes mexicanos al penúltimo sitio en aprendizaje entre los 37 miembros de la OCDE.

Qué mejor deseo que el de la canción: Que seas feliz, feliz, feliz.


Analista político

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