José Rubinstein

Patear el pesebre

José Rubinstein
30/08/2024 |00:37
José Rubinstein
autor de OpiniónVer perfil

Este septiembre, mes de la patria, el mes más largo del sexenio, se aprobarán reformas y se asumirán decisiones que no tienen matria -hola Germán Dehesa-, entre las cuales destacan la sobrerepresentación de diputados y senadores en las Cámaras correspondientes y la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular.

López Obrador, fiel a su mística política, siente la encomienda histórica de legar una profunda huella de sus transformadores tiempos en el poder. La presidenta electa Claudia Sheinbaum lo exalta: “López Obrador es el mejor presidente que ha tenido México”- ¿más que Juárez y Cárdenas?-, quien en automático ha devuelto el cumplido: “Claudia será la mejor presidenta del mundo”. ¿Cuáles son los parámetros de medición del éxito entre presidentes? Aun así, qué fortuna para los mexicanos.

El presidente López Obrador ha sido por demás celoso en lo concerniente a defender la investidura presidencial y en que se oiga y se oiga lejos que México es un país soberano e independiente, no es colonia de nadie. Es así como los críticos comentarios del embajador Ken Salazar con respecto a la posibilidad de que México elija a sus jueces por el voto popular han sido considerados por AMLO como intento de injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de México. “Hay una pausa” en la relación con la embajada de Estados Unidos en México y con el Departamento de Estado – “Pausar significa que vamos a darnos nuestro tiempo”-, congelamiento que persistirá en tanto no ofrezcan disculpas por sus críticas políticas a México. El gobierno de Estados Unidos había ya respondido a la nota diplomática enviada inicialmente por la cancillería mexicana: “Nos preocupa que la elección popular de jueces no aborde la corrupción ni fortalezca el Poder Judicial”. Ya de paso, ante el cuestionamiento de la Embajada de Ottawa en México, apoyando las declaraciones del embajador estadounidense, AMLO pausó también por ello las relaciones con Canadá. ¿Por qué envolverse en el lábaro patrio y crecer un asunto a niveles de pausas entre países -y qué países!- cuando también en San Juan hace aire? ¿O ya se olvidaron las críticas de López Obrador a senadores de Estados Unidos -Ted Meléndez y otros- por sus posturas hacia México, sobre tráfico de drogas y seguridad fronteriza, llamando a nuestros connacionales en E.U. a no votar por el partido republicano?

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Pudiera ser que los astros se alineen y de manera inédita coincida que casi simultáneamente México y Estados Unidos sean gobernados por mujeres, Claudia Sheinbaum y Kamala Harris. Intuyo que habría una pronta y genuina identificación legítima y personal entre ambas mandatarias, quienes pugnarían por mayor cooperación en temas migratorios, colaboración en el cambio climático y energía, derechos humanos y justicia social, comercio y economía, y establecer un diálogo más fluido y menos confrontativo.

López Obrador culmina su mandato echando bala por doquier, estirando su poder al límite; que no quede duda que fue el presidente que rescató a México de garras del neoliberalismo, del conservadurismo hostil al pueblo, el defensor a ultranza de la investidura presidencial. ¿Por qué pausar las relaciones con el país -era necesario?- que comercialmente nos mantiene a flote? ¿Por qué complicarle el camino a la presidenta entrante? ¿Por qué patear el pesebre?

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