Una de las más divulgadas acciones de la 4T para exponer la corrupción imperante durante el neoliberalismo ha sido la persecución, captura en España, extradición y trato excepcional de preso en libertad a Emilio Lozoya, miembro del equipo compacto de Enrique Peña en la campaña presidencial y luego director de Pemex, transformado en “testigo colaborador” de la Fiscalía General de la República para destapar a implicados en casos de corrupción, primordialmente en la investigación sobre la adquisición por parte de Pemex de la empresa Agro Nitrogenados a Altos Hornos de México y sobre los sobornos otorgados por parte de la constructora brasileña Odebrecht. 

Emilio Lozoya adjudica a Luis Videgaray un especial interés para que Pemex adquiriera Agro Nitrogenados, planta que no le generaba ingresos a AHMSA y llevaba años sin operar, como una forma de corresponderle favores a Alonso Ancira por parte de Enrique Peña Nieto. Lo cierto es que Lozoya representó a Pemex en dicha transacción y si excepcionalmente actuaba en contra de sus principios éticos, pudo haber renunciado.

 En cuanto a Odebrecht, Lozoya confiesa haber solicitado a la constructora la suma de 6 millones de dólares por órdenes de Peña Nieto para su campaña presidencial en 2012, sin embargo, Luis Weyll, representante de Odebrecht en México, sólo otorgó 4 millones, 2.5 para la campaña y “el restante 1.5 para mí”. Igualmente, Lozoya involucra a Felipe Calderón por esquemas de corrupción con Odebrecht y a Carlos Salinas por presionar para obtener contratos de Pemex a favor de su hijo. Al excandidato presidencial, entonces diputado, Ricardo Anaya lo acusa de extorsión por apoyar la reforma energética, revelando que los pagos se le hicieron en el estacionamiento de la Cámara de Diputados. Igualmente denuncia por lo mismo a los entonces senadores Ernesto Cordero, Francisco Domínguez, Jorge Luis Lavalle, Salvador Vega y Francisco García Cabeza de Vaca. 

Los distintos señalados por Lozoya se dicen perseguidos políticos del régimen, refiriéndose al delator como un “delincuente confeso” evitando verse entre rejas. Ricardo Anaya recibió un citatorio para comparecer ayer ante la FGR en el Reclusorio Norte para una audiencia con intenciones de imputarlo por cohecho, lavado y asociación delictuosa. Teniendo presente lo sucedido con Rosario Robles y posteriormente con Jorge Luis Lavalle que acudiendo a un citatorio les aplicaron el “primero te entambo y luego averiguo”, Ricardo Anaya anunció su salida del país, por lo que considera una venganza de López Obrador: “Me exilio para seguir luchando”. AMLO asegurando ser ajeno al ámbito judicial le responde a Anaya que el que nada debe nada teme, además, cuando uno es inocente la cárcel fortalece. Anaya revira proponiendo presentarse a declarar el mismo día y hora, ante el mismo juez que los hermanos de AMLO, solicitando el mismo trato. Anaya refiriéndose a López Obrador: “Qué bueno que su fuerte no es la venganza”. Como efecto colateral la caballada del PAN a la presidencia se perfila cada día más flaca. 

La FGR considera que Ricardo Anaya al haber votado a favor de la reforma energética por la que supuestamente recibió un soborno de 6.8 millones de pesos, participó en una trama delictiva con intención de entregar el patrimonio del país a intereses y empresas extranjeras. Por lo pronto la audiencia de imputación se pospuso para octubre. 

¿Y si Emilio Lozoya miente?

Analista

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