Por supuesto, existen motivos razonables que justifican un mal humor social. Resignados nos acoplamos a un forzado e incierto periodo de hibernación, atentos al coronavirus, alterando nuestra rutina y afectando nuestro bolsillo. En cuanto al entorno, los ánimos siguen caldeados entre el Ejecutivo y los empresarios y comunicadores receptores de sus cotidianas amonestaciones mañaneras.

Atravesamos por un ríspido segundo año de sexenio, con el viento franco en contra, con adversos índices económicos y desalentadoras perspectivas a futuro. Es momento de esforzarnos cada quién haciendo nuestra parte para remontar el temporal. La historia juzgará al presente gobierno por sus propias acciones u omisiones. Transcribo oportuna frase de Angela Merkel: “Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano, por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir dichos problemas. Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”.

Estamos en vísperas de que la pandemia alcance su pico de contagios, confiando en salir lo mejor librados y será a partir de entonces en que gradualmente nos reincorporemos a la vida activa buscando cada quien rearmar el rompecabezas con la mayor celeridad. Prácticamente sabemos que nos enfrentaremos el presente año a una severa recesión por encima –datos del FMI- del 7 por ciento. Hemos de considerar la advertencia de la Reserva Federal estadounidense con respecto a que en el segundo trimestre del presente año la economía de E.U. se contraerá a niveles sin precedente. El plan de ayuda económica emprendido por el gobierno de López Obrador se orienta hacia el 70% de la población más desprotegida; bien, pero la clase media, aquel porcentaje excluido que se resbala sin remedio, asalariados y pequeños empresarios, igualmente están urgidos de asistencia directa. Destinar recursos obtenidos de quienes producen para repartirlos entre quienes no producen, no es crear infraestructura.

Dos distintos programas de financiamiento a la pequeña empresa, uno proveniente del Banco de México y el otro del Consejo Mexicano de Negocios patentizaron la falta de sincronía con el gobierno Federal. Banxico informó sobre la asignación de 750 mil millones de pesos para proveer de liquidez al sistema financiero, a fin de que la banca comercial y la de desarrollo apoyen con créditos baratos a pequeñas y medianas empresas que enfrentan la actual crisis. AMLO –mal- interpretó que Banxico otorgará créditos directos con recursos de la reserva de divisas, que no son de su propiedad sino de la nación. Como suele suceder al abordar temas relacionados con créditos bancarios, el presidente saca a relucir al funesto Fobaproa, en ocasiones, como la presente, infundadamente. El Consejo Mexicano de Negocios y el BID Invest, dieron a conocer el acuerdo para otorgar créditos por 12 mil millones de dólares a la micro, pequeña y mediana empresa, igualmente para paliar los efectos de la actual crisis. Al respecto AMLO manifestó que está demostrado que rescates similares son equivalentes a corrupción, son sinónimo de corrupción.

El mal humor social se acentúa con el reporte del Inegi de una caída de 1.6% del PIB al cierre del primer trimestre de 2020,el cuarto retroceso anual y quinto trimestral continuos y el más alto desde el cuarto trimestre de 2009. Consideremos que dicho descenso se acentuó hasta marzo por motivos de la pandemia y obviamente se agudizará en el segundo trimestre.

Mucho ayudaría al humor social el convivir en un ambiente fraterno, de armonía, de inclusión, de jalar parejo, como dirían los chavos, de buena onda.

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