Llevamos años oyendo –pero sin escuchar– sobre el peligro que significa el cada vez más evidente cambio climático, sobre el calentamiento global, los polos que se descongelan, el alza del nivel de los mares, el uso y abuso de carbón y energías fósiles tóxicas, en síntesis, como se siguen acumulando los fenómenos climáticos extremos. Pero parece que ahora sí va en serio, la Organización Meteorológica Mundial concluye que la nueva normalidad actual son las olas de calor extremas a nivel mundial, las inundaciones y los desastres naturales, cada vez más graves.

Inició la pasada semana en Glasgow, Escocia, la 26ava Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático –COP 26–, a la cual se ha definido como “la última oportunidad de salvar el planeta”, acudiendo 197 países, con 2 objetivos prioritarios: impedir que el mundo se caliente más de 1.5 grados centígrados durante el presente siglo – Acuerdo de París, 2016– y garantizar 100 mil millones de dólares anuales para los países en vías de desarrollo. Antonio Guterres, secretario general de la ONU: “Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el abismo…basta de maltratar a la biodivesidad. Basta de matarnos a nosotros mismos con el carbono. Basta de tratar a la naturaleza como un excusado… Estamos cavando nuestra propia tumba”. Joe Biden: “Ésta es la década que determinará las próximas generaciones, debemos limitar el calentamiento a 1.5 grados centígrados”.

Dos compromisos tangibles alcanzados y rubricados por más de 100 países, a los cuales posteriormente se incorporó México: Cuidar y reforestar los bosques del planeta con el fin de reducir la temperatura, que podrían alcanzar hasta 85% de las reservas naturales, cuya fecha límite sería 2030 y así como la reducción hasta del 30% de las emisiones de gas metano, uno de los principales responsables del calentamiento global.

México ocupa el lugar 13 entre las naciones que generan más emisiones de gases de efecto invernadero. En el Acuerdo de París, México se comprometió a reducir, sin condiciones, 22% de los gases de efecto invernadero, declinando a partir de 2026 y 51% del carbono negro, igualmente a reducir emisiones en la industria y generar 35% de energía de fuentes limpias para 2024 y 43% en 2030. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente -PNUMA- hizo saber que las metas de reducción de emisiones de México en 2020 no disminuyeron la generación de bióxido de carbono y que el país presentó objetivos que incrementan las emisiones.

Organizaciones no gubernamentales, entre ellas Greenpeace, se han manifestado en el sentido que el proyecto de Dos Bocas ancla al país por lo menos 20 años a un modelo intensivo en emisiones de gases de efecto invernadero, equivalentes a la tala de 183 millones de árboles. Sin embargo, la secretaría de Energía notificó sobre el reporte del Centro de Investigación Ember, especializado en temas climáticos, ubicando a México como el país del G-20 que más ha reducido el uso del carbón para generar electricidad. Puntualicemos que dicho informe se refiere concretamente al tiempo de la pandemia, ya que el gobierno actual se muestra crítico respecto a las fuentes de energías renovables para la generación de electricidad. Más de 40 países prometieron abandonar el carbón para la década de 2030, mientras las naciones más pequeñas lo harán en la década de 2040. ¿Para cuándo México?

¿Será Glasgow la tercera llamada?

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