El distractor sermón presidencial de la semana, pronunciado desde el mañanero púlpito de Palacio Nacional, le cayó a la UNAM: “Ah, pero hay una élite que tiene un pensamiento. Es como el caso, con todo respeto, de mi alma mater, de la UNAM. Y como yo siempre digo lo que pienso, no me voy a callar, a reclamarles que enfrentamos la pandemia y, en vez de convocar a todos los médicos estudiantes a enfrentarla, se fueron a sus casas. Eso no deben hacer las universidades públicas ni privadas, pero mucho menos la UNAM”.

Igualmente, con todo respeto, me atrevo a dudar de quién alardea de siempre decir lo que piensa. Se me ocurre el ejemplo de estar frente a una mujer notoriamente excedida en kilos, ¿acaso el siempre sincero debe hacerle mención de su exagerada corpulencia porque “siempre digo lo que pienso”? El pensamiento no se controla, las palabras sí.

Pero, ¿cuál es la necesidad, la intención, la motivación, el propósito de desafiar incluso con argumentos exagerados o no del todo certeros? Imposible no morder el anzuelo cayendo en el juego provocador que distrae a la opinión pública de los profundos problemas nacionales. Es así como la UNAM, contundente replicó que fue la propia autoridad sanitaria la que publicó el oficio declarando la suspensión de todas las actividades de los ciclos clínicos de pregrado, pidiendo a los estudiantes no acudir a las instituciones de salud. La Facultad de Medicina se apegó a tales medidas, no obstante, cerca de 15 mil médicos residentes estudiantes de los postgrados de especialidad estuvieron siempre presentes a lo largo de tan cruciales tiempos, con profesionalismo, empatía y entrega durante largas y arriesgadas jornadas de trabajo. Estudiantes, médicos, pasantes, egresados y fisioterapeutas de la facultad ayudaron a echar a andar la Unidad Temporal Covid Citibanamex, logrando atender a aproximadamente 9 mil pacientes, recibiendo amplios reconocimientos. Germán Fajardo, director de la Facultad de Medicina: “México produce muy buenos y suficientes médicos, urgen mejores condiciones en el internado médico, servicio social y trabajo digno para médicos generales. No necesitamos importar médicos”.

Las declaraciones citadas surgieron en reacción al aviso posterior a la visita de AMLO a Cuba en que acordó contratar a 500 médicos cubanos para reforzar nuestro sistema de salud, decisión tomada porque “no tenemos los médicos que necesitamos en el país”. ¿Dicha determinación procedió de un impulso, fue premeditada o consensuada con funcionarios del sector salud? Así mismo, AMLO arremetió contra ciertos personajes del sector salud opuestos a la llegada de médicos cubanos: “Esos médicos ―opositores― son conservadores y sus patrocinadores, los dueños de laboratorios y las grandes clínicas privadas no les gusta la gratuidad en la salud, consideran que es un privilegio”. Origina controversia la resolución presidencial, ya sea porque podrían ser desplazados médicos nacionales o porque no sería extraño que médicos cubanos procedentes de un régimen comunista adoctrinen políticamente en su marco de influencia.

El controversial tema de los médicos cubanos se añade a otros tantos en que la visión presidencial se contrapone a la de distintos sectores cuyo genuino pensamiento no debiera colocarlos como adversarios neoliberales del Ejecutivo.

Arturo Illía, expresidente argentino: “La democracia está en peligro cuando un presidente puede decir lo que se le da la gana”.

Analista

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