Morena es la auténtica alternancia en el poder en México. Los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón en el contexto histórico, bien podrían encuadrarse en una sucesión del régimen hegemónico que lograron erradicar. Es así como al tercer intento, secundado por su movimiento Morena, Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la República, reiterando en cada oportunidad que la venganza no es su fuerte, no obstante, su habitual discurso lo desmiente, el neoliberalismo corrupto, rapaz y ladrón es actor central en sus incesantes alocuciones.
El estilo personal de gobernar de AMLO encarnado en la llamada 4T, ha zarandeado el fondo de organismos e instituciones, privilegiando sus programas y obras predilectas, sin embargo, la forma en que la transformación arremete, agravia, ofende y denuesta a los supuestos cómplices silenciosos de un figurado pasado vergonzoso, empalmado a los presuntos adversarios del presente, irremediablemente nos conduce a un ascendente escenario de polarización, rechazo e inclusive ¡odio! Tanto repetir a Juárez con su frase referente al respeto ajeno y no respetar a quienes defienden puntos de vista ajenos es un contrasentido.
La reforma eléctrica promovida por AMLO no prosperó. A las cuantas horas en dispensa de trámites fue aprobada básicamente por Morena y sus agrupados, la ley que renacionaliza al litio. Reacción inusitada con sabor a revancha. En ambas resoluciones legislativas predominó un procaz lenguaje saturado de insultos lanzado por nuestros representantes ante el Congreso. Nos avergüenzan.
El líder —¿líder?— de Morena, Mario Delgado queriendo hacer méritos con el líder —ese sí, líder— máximo, arremetió contra todos aquellos “traidores a la patria” que osaron votar en contra de la reforma eléctrica —¿cómo se atrevieron?— “Quienes votaron en contra afirman que su integridad está en riesgo si dan la cara al pueblo. ¿Por qué tienen miedo de que la gente se entere de su voto? ¿Por qué les asusta que el pueblo sepa que traicionaron a la patria?” El señor Delgado actúa como un burdo amarranavajas entre un pueblo del cual se erige como vocero y un copioso grupo de legisladores que ejercieron su voto libremente. Señor Delgado, quien debería dar la cara es usted, seguramente obtendría a cambio otra más presentable.
La “operación linchamiento” emprendida por la agitadora cúpula de Morena consiste en exhibir la foto de cada legislador contrario a la reforma eléctrica, con el logo de su partido, en carteles colgados en las calles, calificándolos de traidores a la patria, con nombre y apellido, con la sentencia en letras grandes: “traidor a la patria”. ¿Falta mucho para semejarse a un partido fascista?
Declaración presidencial: “El domingo en la Cámara se cometió un acto de traición a México por parte de un grupo de legisladores vende patria, francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a medrar, a robar, y respaldaron a los saqueadores”.
Ricardo Monreal en su carácter de mesurado aspirante, atribuyó los mencionados sucesos a circunstancias propias de las democracias, precisando que cada diputado actuó conforme a lo que pensó que estaba bien, razón por la que él no emitirá ninguna expresión reprobatoria.
El odio no es un buen consejero.