Efectivamente, estamos haciendo historia. Habiendo superado los desaciertos del periodo neoliberal que llevaron a México a la ruina, nos erigimos en gran jurado popular para que a través de una consulta nacional, los 5 expresidentes de la República —de 1988 a 2018— sean investigados y juzgados de conformidad con la ley por los delitos que correspondan.

El próximo 1 de agosto bajo la supervisión del INE se verificará formalmente la primera consulta popular nacional en la historia de México, con un costo aproximado de 528 millones de pesos, difundiendo más de 377 mil spots publicitarios e instalando 50 mil mesas de casilla. Esta consulta, para ser vinculatoria requerirá un mínimo de participación del 40% del padrón electoral, es decir, 37 millones 411 mil 389 sufragios. Al respecto el presidente López Obrador precisa no querer enviar el mensaje de que se trata de alguna venganza política, en tanto que dirigentes de oposición arguyen que la aplicación de la ley no se consulta, se ejecuta. La sencilla y escueta pregunta original de la consulta fue retorcida por la Suprema Corte, quedando: “¿Está de acuerdo en que se lleven a cabo acciones con apego al marco legal para esclarecer las decisiones políticas tomadas en el pasado por los actores políticos y garantizar la justicia y derechos de las posibles víctimas?”... ¿what?

La consulta en ciernes ha sido promocionada por AMLO en distintas mañaneras, exaltando el morbo ciudadano, no siempre se ven caer efigies de su pedestal. ¿Se podrán tipificar delitos concretos y demostrar responsabilidades directas y en todo caso no habrán prescrito gran parte de las transgresiones? Sinceramente, ninguno de los exmandatarios va a sentarse en el banquillo de los acusados, no habrá un circo romano que enardezca a las multitudes. Lo notable es que AMLO culmina invariablemente su alocución sobre el tema, diciéndose partícipe del punto final, “yo no voy a participar en la consulta, ni voy a votar, pero tampoco quiero pasar a la historia como tapadera, como alcahuete”.

Se pregunta AMLO ¿por qué juzgar a los expresidentes? Para luego responder, “porque provocaron la ruina del país, que perdiera su posibilidad de desarrollo en los pasados 30 años, fue todo un periodo decadente”. A Salinas, porque entregó “todos” los bienes de la nación a sus allegados. A Zedillo porque con el Fobaproa convirtió las deudas privadas en deuda pública. A Fox porque engañó al pueblo, se convirtió en un traidor a la democracia, él mismo confesó que cargó los dados en la elección de 2006 para imponer a su sucesor. A Felipe Calderón porque desató la violencia, declaró la guerra a la delincuencia sin atender las causas, y se llevaron a cabo masacres; en dos años de Calderón, en enfrentamientos hubo más muertos que heridos o detenidos. A Peña Nieto por los actos evidentes de corrupción.

Remató AMLO criticando nuevamente a la clase media con afanes fifís, porque en ella las maestrías y doctorados son considerados títulos monárquicos y nobiliarios…no podemos permitir que siga avanzando esta mancha negra de individualismo, de clasismo, de racismo.

Los bienes de la nación evidentemente no fueron entregados a nadie y afortunadamente el país no está en ruinas. Vale la pena tener presente que: “Arrieros somos y en el camino andamos”.



Analista

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