Cae el telón de los tiempos —¿será?— de Andrés Manuel López Obrador en el poder. Figura central en la vida pública del México del presente siglo, obstinado luchador social, vencedor del sistema político, quien doce años después de haberse declarado Presidente legítimo en el Zócalo capitalino, asumió finalmente como Presidente constitucional, declarando: “ El modelo económico neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país…no tengo derecho a fallar, aunque me dejaron un país en ruinas”. De entre los compromisos asumidos por AMLO sobresalen el no subir ni crear nuevos impuestos, no elevar la deuda pública que rebasaba 10 billones de pesos, crecer el PIB al 4%, mantener precios de la gasolina, esclarecer el caso Ayotzinapa. Añadamos que a partir de marzo 2020, AMLO ha asegurado dejar un sistema de salud de primer nivel, como en Dinamarca, para atender gratuitamente a toda la población. Del dicho al hecho…

Concluye López Obrador su mandato, declarando: “El país estaba dominado por la corrupción y ahora hemos limpiado el gobierno de arriba hacia abajo”. “La estrategia de abrazos no balazos, ha dado frutos, ya que hay menos masacres y estamos trabajando para pacificar al país sin el uso excesivo de fuerza”. “Hemos recuperado la soberanía energética, ya no dependemos tanto del extranjero y estamos avanzando con proyectos como Dos Bocas y la modernización de las refinerías”. “México tiene una política exterior de respeto y no intervención, lo que nos ha permitido mantener relaciones cordiales con todos los países”.

El implacable juicio del epílogo sexenal destaca la primera, la más controvertida y trascendente decisión- capricho, imposición- presidencial: cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México —NAIM— con más del 30% de avance, un vanguardista hub internacional, sustituyéndolo por el mediocre AIFA, lo que además generó un evidente fracaso económico, alarmando a la inversión externa. Otras obras emblemáticas construidas contra viento y marea, cuyo costo original se ha duplicado y posiblemente triplicado —datos reservados— son el inconcluso Tren Maya y la hasta ahora improductiva refinería de Dos Bocas. La deuda pública que permanecería inamovible, se elevó a niveles superiores a 16 billones de pesos. El 4% ofrecido de crecimiento anual del PIB, apenas promedió 0.9%. El precio de la gasolina se incrementó sobre 20%. Los homicidios dolosos casi llegaron a 200 mil. Ayotzinapa continúa siendo un enigma, sin víctimas ni victimarios. Obviamente, sería un disparate comparar nuestro sistema de salud con el de Dinamarca. Nuestras relaciones cordiales con todos los países excluyen a las naciones puestas “en pausa”. Es de lamentar la ausencia del rey de España —no fue convocado— y su correspondiente delegación -en innecesario pleito, producto del retorcido patrioterismo- a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum.

López Obrador se retira a su rancho en voluntario ostracismo, escribirá, meditará,  reflexionará, “No quiero ser caudillo, jefe máximo, ni mucho menos cacique”. Este ilusorio propósito difícilmente se materializará, ¿en verdad AMLO podrá desprenderse del poder y enclaustrarse en su provinciano rancho de pintoresco nombre, desentendiéndose del acontecer nacional? ¿se desvinculará del avance de obras inconclusas, proyectos pendientes y relaciones personales?, ¿ignorará las decisiones asumidas por su sucesora? ¿se alejará del rumbo de la 4T?. Seamos realistas, AMLO seguirá siendo AMLO.

Analista político

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