El presidente de Argentina, Javier Milei, asistirá el próximo 24 de agosto a reuniones con grupos empresariales, incluyendo una cumbre conservadora, en la Ciudad de México. El presidente López Obrador no recibirá a su homólogo argentino aduciendo diferencias ideológicas. Pregunta: ¿Sólo se mantienen relaciones cordiales con quien no se tienen diferencias ideológicas, la afinidad política está por encima de la diplomacia institucional?
Javier Milei es un economista ultraliberal, furibundo crítico del socialismo y de los gobiernos izquierdistas de América Latina. Negarse a recibir a un presidente democráticamente electo podría interpretarse como una expresión de rechazo, lo cual podría ser considerado como una intervención simbólica o al menos una descortesía diplomática. AMLO ha enfatizado mantener relaciones diplomáticas con todos los países del mundo de manera equitativa, basados en una relación de respeto, sin imponer su voluntad ni intervenir en los asuntos internos de otras naciones.
Concluye el sexenio de ser “amigo de todos”, con relaciones “en pausa” o en estado de tensión, principalmente con los siguientes países: Con España, por la negativa a pedirle una disculpa a nuestro país por los abusos cometidos durante la Conquista. Con Perú, por la abierta oposición al proceso de destitución del presidente de izquierda, Pedro Castillo, calificado por AMLO como golpe de Estado, con el mutuo retiro de embajadores. Con Ecuador, López Obrador decidió la ruptura de todas las relaciones diplomáticas, tras el violento asalto de fuerzas militares ecuatorianas a la embajada de México en Quito, para capturar al asilado expresidente de Ecuador, Jorge Glas. Con Estados Unidos, principal socio comercial, la relación ha sido dinámica y compleja, marcada por tensiones en torno a la cooperación en materia migratoria —se implementó el programa “Quédate en México”— y el combate al tráfico de estupefacientes; en materia de prioridad económica resalta la firma y ratificación del muy conveniente T-MEC.
Por razones ideológicas López Obrador ha dado prioridad a mantener estables e inalterables las relaciones con la Venezuela de Nicolás Maduro. Es así como en su momento, AMLO no reconoció a Juan Guaidó como presidente interino, así como ahora tampoco reconoce el triunfo del opositor Edmundo González Urrutia, arguyendo que ninguna de las partes ha mostrado las actas comprobatorias de sus respectivos triunfos —la oposición sí mostró dichas actas—, cacareando la consabida no intervención y el respeto a la soberanía de otros países. AMLO: “En el caso de Venezuela… hay un reagrupamiento del movimiento de derecha”. Sin duda, Maduro fue derrotado en las recientes elecciones, defenderlo obcecadamente, en contra de toda evidencia, nos coloca en el lado equivocado de la historia.
Apuesto mi resto a que Vladimir Putin no fue invitado —ni será— a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum y en todo caso, no habría manera de que el dictador ruso atienda tan absurda invitación. Imaginemos la presencia del despistado invitado, México tendría la obligación legal, cumpliendo con la orden emitida por la Corte Penal Internacional, de arrestarlo por crímenes de guerra relacionados con la guerra de Ucrania. Únicamente eso nos faltaría!
Culminamos el sexenio de la capciosa frase relativa a que la mejor política exterior es la interior. Lo cierto es que la mejor política exterior es la exterior.