Un afligido Ciro Gómez Leyva se expresó así horas después del fallido atentado en su contra. Otros 35 periodistas asesinados en lo que va del presente sexenio no corrieron con la misma suerte.
Queda descartado que el Estado haya tenido una directa implicación en el ataque al connotado periodista, pero sí una indirecta inducción al ánimo popular contra el gremio periodístico, derivado del trillado mensaje de denostación empleado en las mañaneras contra medios de comunicación y determinados periodistas en particular, destacando Ciro Gómez Leyva. Citemos lo expresado días antes por el presidente: “Imagínense si nada más escucha uno a Ciro, o a Loret de Mola, o a Sarmiento, no pues es hasta dañino hasta para la salud. Si los escucha uno mucho, le puede salir a uno un tumor en el cerebro”. La penetración en el ánimo colectivo de la homilía mañanera bien podría engallar a algún despistado contra cualquiera mencionado. Afirma López Obrador que existe una campaña en su contra dirigida por los medios de comunicación que solían crear alianzas con gobiernos pasados, periodistas que se resisten a aceptar que los tiempos ya cambiaron, entre ellos -cuidó de no mencionar a Ciro- Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola, Denise Dresser, Jorge Ramos y Raimundo Riva Palacio, enfatizando que la diferencia más importante es que “el Estado ya no es el que viola los Derechos Humanos como era antes. Yo no me atrevo a mandar matar a nadie”.
En tanto el presidente continúe hostigando a periodistas y medios de comunicación profiriendo expresiones de odio que se incuban, nacen y se esparcen desde su púlpito mañanero, la violencia hacia el gremio periodístico persistirá.
Suena a Perogrullo, pero el presidente de la República durante el desempeño de su gestión no debe representar, ni promover, ni participar en la toma de decisiones, ni inmiscuirse en la vida interna del partido político del cual emana, su mandato implica ser el presidente de todos los mexicanos por igual. En el caso de López Obrador, su personal involucramiento con Morena es más que obvia, sin ningún aparente extrañamiento de la oposición. Es así como AMLO reunió en Palacio Nacional —que no es ningún recinto partidista— a los legisladores de Morena, PT y Verde para felicitarlos por la aprobación del plan B electoral, aprovechando para advertirle a sus corcholatas que el método de selección del candidato presidencial de Morena será por encuesta y que él apoyará al hermano o hermana que resulte victorioso en la misma. A la hoy oveja negra, por haber votado en contra del plan B de la reforma electoral, Ricardo Monreal, no se le convocó al cónclave de Palacio. AMLO insistió en que ya no hay dedazo, eso se acabó, eso pertenece a la época de la antidemocracia, en esta nueva etapa, el proyecto de transformación está por encima de todo.
López Obrador: “… puro periodista del régimen diciendo que yo polarizo, no, no, yo politizo y lo voy a seguir haciendo, en bien del pueblo, porque es algo muy importante como para dejar este asunto de la información en manos del hampa del periodismo.
Al pueblo: Cuántos infundios se cometen en tu nombre.