¿El pueblo está por encima de la ley o la ley está por encima del pueblo? El Estado sostiene que la soberanía reside en el pueblo y por tanto, su voluntad es superior a las leyes, ya que éstas deben reflejar las inquietudes y necesidades de la mayoría, la ley debe servir al pueblo y no al revés. Esta postura puede derivar en autoritarismo, debilitando a la vez al Estado de Derecho, con riesgo de erosionar las libertades civiles.

La ley es la base del órden democrático y garante de la justicia; la ley se establece para proteger a todos sin excepción. Ha sido tema reduntante de las mañaneras que “Nadie está por encima de la ley”, aunque AMLO haya alardeado que “por encima de la ley está la autoridad moral y la autoridad política”. El Poder Judicial actúa como garante de que las decisiones políticas respeten los límites impuestos en la ley, siendo ésta un escudo que protege a todos, incluso de sí mismos.

El discurso populista legitima sus acciones en su carácter de fiel intérprete de la voluntad del pueblo: El pueblo, dice, ordena, piensa, exige, clama, pide, siente, decide, el pueblo está a favor o en contra, el pueblo votó el 2 de junio por la reforma judicial. Pareciera que el pueblo, así, en singular, como un ente uniforme, sigiloso, se sincerara con los dirigentes populistas, instándoles a hablar en su nombre, a tomar decisiones en su representación.

Asimismo, el latente nacionalismo populista brota a la menor insinuación. El más reciente incidente al respecto, sucedió a raíz de la intervención del ministro de la Corte, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien en una plenaria en la Escuela de Derecho de Harvard explicó los requisitos que deberán cumplir los aspirantes a participar en la elección de jueces, magistrados y ministros en México, un promedio de 8 -equivalente a 3 en E.U.- de calificación y 5 cartas de recomendación de vecinos, lo cual provocó risas entre los asistentes. No hay que ir a todas, lo que pudo ser un incidente sin relevancia, fue escalado por la presidenta Sheinbaum, asumiendo que se trata de una campaña en su contra por estar presuntamente en desacato: “Nadie se burla de los mexicanos y las mexicanas… A mí me toca defender a mi pueblo… Vamos a dar ejemplo al mundo con la reforma al Poder Judicial, estoy segura aunque los de Harvard no estén de acuerdo”. Nadie se burló de los mexicanos, en todo caso de los absurdos requisitos.

Morena, en uso y abuso de su mayoría legislativa, presentó en el Senado, por conducto de Adán Augusto López, la sorpresiva iniciativa de supremacía constitucional, proyecto de decreto para impedir que jueces otorguen amparos, acciones de inconstitucionalidad y controversias contra reformas constitucionales aprobadas por el Congreso. En lenguaje llano, ninguna reforma a la Constitución, aprobada por la mayoría oficialista, podrá ser impugnada, no procederá el juicio de amparo contra reformas a la Constitución, ni aquellas que busquen controvertir las resoluciones o declaraciones de las autoridades competentes en materia electoral. La aplanadora de Morena en acción, la reforma judicial va y en adelante lo que Morena apruebe será inapelable. Pagaremos la sobrerrepresentación.

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