Dos ideas: la libertad y la independencia, se complementan entre sí en Miguel Hidalgo, libertador e independentista a inicios del siglo XIX. El Padre de la Patria, las conjuga, las opera y las aplica en la realidad jurídica, política, militar y social frente al colonialismo español, para modificarlo con la igualdad, las libertades, la fraternidad entre los insurgentes y la separación con respecto del Estado español.

Dichas ideas las lleva a cabo de forma comprometida, con decisión y entrega para y con el pueblo sublevado.

Ello conducirá a una nueva Nación: la América Mexicana. Si bien, Hidalgo, no logra verla imperar, al sucumbir por los ideales por los que lucha, al no triunfar de inmediato en la etapa histórica independentista, pero una vez consumada ésta, por los insurgentes, en el plazo de una década, se concretiza con la independencia mexicana dada en 1821.

Hidalgo, como libertador e independentista, conjuga voluntades, conspira y se levanta en armas contra el virreinato, con Josefa Ortiz y su esposo, Ignacio Allende, Juan Almada, Iturriaga, José María Sánchez, los hermanos González, el teniente Lazagorta, el padre Catiblanqui, Jose María Morelos y Pavón, entre otros integrantes, se suman y producen el movimiento revolucionario para expulsar a los españoles, abolir la esclavitud, constituir un congreso para expedir la constitución y formar el Estado libre, independiente y garante de los derechos humanos.

El libertador e independentista, durante el movimiento social y armado, es un estratega y con liderazgo organiza, mide resistencias, recuenta fuerzas y calcula los efectos de los medios de acción.

En efecto, con seiscientos efectivos al salir de Dolores el 16 de septiembre de 1810 y a su llegada a Celaya, el ejército contaba con cuatro mil insurgentes. Después consiguió más de sesenta mil efectivos integrados por pobladores originarios, castas, campesinos, mineros y obreros que combaten las fuerzas virreinales. Cuyo afán fue obtener la libertad, la igualdad y la independencia.

El orden político-normativo castellano y eclesiástico de la monarquía española traslapado a la Nueva España, la legislación canónica dictada para Castilla, las leyes expedidas por los órganos metropolitanos, las disposiciones canónicas dictadas para este territorio y las normas decretadas por los virreyes, gobernadores y los miembros de las Audiencias, no eran compatibles con los ideales de libertad e independencia de Hidalgo, ni con el movimiento insurgente. Eran ordenamientos contrarios al establecer el sistema de dominación española y el sometimiento de la sociedad sublevada.

Ante la regulación de la monarquía y de las autoridades del virreinato, Hidalgo en 1810, las contrapone con el Estado de derecho de la insurgencia fundamentado en los ideales de libertad y los decreta normativamente. Al declarar, mediante los Bandos que expide, la abolición de la esclavitud, la propiedad a favor de los indígenas y la libertad como derecho humano. Comprende cuáles son las libertades de la nueva Nación. Frente al abuso de la libertad de los fuertes contra los débiles, la injusticia social y la ausencia de la independencia nacional.

De este modo, la libertad y la independencia se establecen como la posibilidad de superar las condiciones políticas, jurídicas, sociales y culturales que impone el régimen del coloniaje español.

El padre de la patria funda la viabilidad de llegar a otro estadío de desarrollo de forma independiente. Es el iniciador para llegar a ello, con los demás integrantes de la sociedad emergente. Son las ideas de la libertad y la independencia de una colectividad con conciencia en sí y para sí. La comprenden y le dan sentido. Las humanizan al interactuar con los ideales aplicados. Al ir de las ideas a la acción, trascienden y dan dirección a una nueva Nación: independiente, libertaria y justa.

El Generalísimo de la Nación Americana, Miguel Hidalgo, mantuvo, en el proceso emancipador independentista, hasta el final de su vida, las ideas referidas. Estas, las enaltece, las comparte y las trasciende con sus acciones en el presente.

Hidalgo como pensador, jurista, político y estratega militar expresó su independencia y autonomía al oponerse frente al recurso eclesiástico de los edictos de excomunión y la de sus seguidores, al ir contra los procesos de la Inquisición y al enfrentar a las fuerzas virreinales para someter al movimiento insurgente.

Prócer de vanguardia, visionario, de grandes ideas, revolucionario, destacó como gran impulsor del cambio del orden político y social.

Hidalgo actuó con decisión, sin prejuicios y fijando la libertad de las personas para determinar la forma de gobierno que mejor consideraran, sustentado en el respeto de las creencias. Fundamentado en la laicidad enfocada en la libertad de credos y la no imposición de alguno y al respeto de las decisiones individuales.

La obra del ideólogo, político, estadista, revolucionario y jurista, de Hidalgo, es una remembranza para México. En el confluye la historia de nuestro país. Está presente en nuestra memoria que evoca su paternal figura, que nunca claudicó, no nos traicionó, fue más allá de los discursos, al cumplir con lo propuesto. Cuyo legado heredado al pueblo es nuestra Nación mexicana. Aspecto digno de apreciarse, de valorarse y de renovar en los tiempos presentes.

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