La crisis generada por Covid-19 ha puesto al descubierto descuidos y omisiones de distinta naturaleza. Algunos de larga data, otras más recientes. Para nadie es una novedad el saber de las ausencias y malas prácticas en diversos sectores de la salud. En los últimos meses nos hemos enterado de la falta tanto de insumos como de entrenamientos y capacitaciones. Sin embargo, otros asuntos igualmente complejos han quedado sin atención.
En las leyes de profesiones vigentes en las entidades federativas de nuestro país, se dispone que para el ejercicio de la enfermería se requiere de título. Para obtenerlo deben cursarse diversos años de estudio conforme a los correspondientes planes y programas. Ni en la Ley General de Salud ni en su Reglamento en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica existen mayores determinaciones acerca del ejercicio de la enfermería. Éste se encuentra desarrollado de manera genérica en la “Norma Oficial Mexicana NOM-019-SSA3-2013, para la práctica de enfermería en el Sistema Nacional de Salud”. Esta disposición remite, a su vez, al contenido de otras 32 normas oficiales en las que se especifica lo que el personal de enfermería debe realizar en materias como hemodiálisis, planificación familiar, prevención y control de la tuberculosis, anestesiología, prevención y control de la infección por virus de inmunodeficiencia humana o tratamiento y control de la diabetes mellitus, entre muchas más.
La enfermería, al igual que otras profesiones, requiere diversos niveles de estudio y especialidad. Su práctica puede ir desde la prestación de un servicio aparentemente simple, hasta la realización de funciones enormemente complejas. Sin su presencia, el paciente quedaría en un estado de precariedad, y los demás profesionales de la salud, incluidos los médicos, sin la posibilidad de desarrollar su ciencia.
A pesar de su importancia, el trabajo realizado por el personal de enfermería de nuestro país, predominantemente femenino, lleva años sin ser reconocido. El número de personas incorporadas a esa actividad es claramente deficitario respecto a las necesidades anteriores y durante la epidemia de Covid-19. Los salarios percibidos por sus practicantes no corresponden con sus cargas profesionales y emocionales.
Los programas para su capacitación y apoyo no suelen estar actualizados ni ser generosos. Todo ello parece tener como origen común la falta de valoración social a la actividad y a quienes desempeñan la enfermería.
A diferencia de lo que sucede en países con sistemas de salud más robustos que el nuestro, la enfermería mexicana suele ser vista con desdén. Desconozco las raíces de esta visión, pero es evidente que, a pesar de su carácter profesional o técnico, ni la actividad ni su práctica se entienden relevantes. Tal vez sea porque equivocadamente se asume que lo único importante en el proceso de prevención de la enfermedad y recuperación de la salud descansa en la medicina en sí misma, sin que ello implique el conjunto de factores, precisamente por ello llamados auxiliares, que la posibilitan.
Por diversas razones, afortunadamente ninguna de ellas trágica, desde hace algún tiempo he tenido la oportunidad de conversar con personas dedicadas a la enfermería. He sabido, por su propio relato, de las dificultades profesionales y personales por las que pasan quienes atienden Covid-19 y otras enfermedades de nuestra población. De las agresiones que han sufrido. De la falta de apoyo en las complejas condiciones en las que laboran. Del poco reconocimiento que las autoridades sanitarias y la sociedad les hemos dado.
Espero que muchas personas e instituciones seamos capaces de visibilizar la situación de la enfermería mexicana en tiempos de pandemia y de no pandemia. Me temo que al profundizar en ella iremos encontrando casos de discriminación, acoso sexual y laboral, malos salarios y otros temas que debiéramos erradicar, desde luego para toda la población, pero también para aquella que, tan olvidada, tanto apoya a la población que ha perdido la salud y busca recuperarla. Nada más, pero nada menos.
Ministro en retiro.
Miembro de El Colegio Nacional.
@JRCossio