Qué hubiera respondido Jesús a Pilatos si antes de dictarle sentencia, le hubiese preguntado, ¿Cuál es tu propuesta política, cuál el programa de gobierno, qué propones ?

Poncio Pilatos, gobernador romano de Judea, llamado Procurador, estaba en una situación comprometida e incómoda pero si algo le quedaba claro era que nada tenía contra Jesús de Nazaret, como no fuera tener que sentenciarlo a muerte para satisfacción ajena.

A cambio, se tomó dos licencias. Antes, interrogar por curiosidad al blasfemo sedicioso, luego, para la posteridad, lavarse las manos.

Pensemos en que la respuesta de Jesús tomó el camino de una larga lista de objetivos, metas, planes, programas, justificaciones, plazos y costos o, considerando que su reino no era de este mundo, responder que ni tenía ni pretendía tenerlo. Que el no estaba para gobernar.

En ese caso, Pilatos se hubiera sorprendido, pues lo tenía por un activista acusado de Blasfemia y Sedición que era y sigue siendo un delito de orden político que sanciona a quien conjure en contra de la autoridad legítima y detrás de ello suele haber un hombre de poder. Alguien que se apuesta un estadista para hacer un buen gobierno.

¿Si no había tal proyecto, si no impulsaba una propuesta pública concretada en un programa de gobierno, entonces en qué consistían las actividades que desde hacía tres años ocupaban por completo su tiempo yendo y viniendo por toda Judea arengando a cuantos hallaba en los caminos?

Por su parte, Jesús bien podría responderle que el objetivo de su andar arengando de continuo era difundir un mensaje del Altísimo, convocando a un cambio espiritual y no buscando un cargo público para impulsar un programa de transformaciones en los diversos frentes de la vida pública del pueblo de Judea.

Responderle que ese mensaje espiritual materia de su prédica es simple y claro. “Más importante es el espíritu que la materia, más el amor que la riqueza, más la paz, la justicia y la felicidad que el interés mezquino, más la honradez que la corrupción, más la vida eterna que la breve vida en este mundo. Aquel rico que prefiera lo material y la riqueza, la codicia que la generosidad, perderá su vida y, lejos de dios, infeliz, pasará la eternidad en las tinieblas, salvo que se deshaga de todo y, por amor, lo entregue a los pobres. Dios ama a los pobres y necesitados, Bienaventurados son y ellos ganarán la luz y la vida eterna.”

“Por qué dedicar mi vida a propagar este mensaje. Pues por la sola razón de que esa es mi Misión, la del Altísimo, del que soy parte. No soy político ni ofrezco un programa de gobierno ni busco cargo público; no me pertenezco, soy un profeta heredero de profetas y profecías, un predicador en el desierto, esa es mi vida y mi misión: la del Altísimo”.

Pilatos lo increparía: “¿Es por ello que te consideras Rey de los Judíos, es acaso que lo eres?

Y Jesús respondería “¡Sí, tú lo dices!”

Ante el apremio del mediodía, la presión de los sumos sacerdotes y de la turba que pedía ya la libertad del preso Barrabás y la crucifixión de Jesús, Pilatos, satisfecha su curiosidad, lavó sus manos y no hallando sustento para el cargo pues se trataba de un equívoco, soltó al primero y entregó a Jesús para que fuera crucificado.

No por nada a uno se le ocurre repasar historias bíblicas, ya en camino figurarse hipotéticos diálogos y desembocar en una pregunta de actualidad:

¿Un hombre así, cuyo reino no es de este mundo, será capaz de hacer un buen gobierno ?

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