04/02/2020 |00:06
Redacción El Universal
Pendiente este autorVer perfil

No es quién se saca la rifa que viene del avión que se fue y vino sino qué acabaremos sacando como país del vuelo en el avión en el que ya vamos trepados desde el dos de julio del 2018. Por más preguntas que motiva lo primero, resultan pocas y de restringido alcance en comparación con las que suscita lo otro.

Pareciera ya muy largo el tiempo que llevamos a bordo . El vuelo ha sido turbulento, lleno de anuncios, de no pocas sorpresas, salpicado de sustos y bolsas de aire y una constante poco usual en estas travesías sexenales, la comunicación incesante en vivo del piloto desde la cabina y el anuncio de permanecer sentados y con el cinturón puesto.

No hay de qué preocuparse, nos indicó el Capitán, salvo de todo pues tan luego despegamos nos informó que todo cambiaría, desde el avión que no nos merecemos y urge vender, el uniforme de la tripulación que es innecesario y oneroso, el modo de acceder a los refrigerios pues el servicio de cabina es una intermediación que se presta a indebidos hasta ruta al destino pues contamos con otros datos, otras prioridades, otros modos y sobre todo una calidad moral muy superior que avalan el desconocimiento de las regulaciones aeronáuticas, los protocolos, los indicadores y hasta las claves de identificación en ruta a un destino superior al que arribaremos con adelanto pero con una supremacía incuestionable y, sobretodo, segura.

Newsletter
Recibe en tu correo las noticias más destacadas para viajar, trabajar y vivir en EU

Al despegue pensamos es una nueva línea aérea, un nuevo paradigma de navegación, el cambio anunciado en los folletos promocionales, un nuevo y más moderno estilo de capitanía, una metodología más moderna que 3G, una nueva experiencia seleccionada por un muy amplio sector de la clientela ávido de una transportación más histórica que comercial, más honesta y más valiente que la ofrecida por una competencia ya desbancada. Y sí pero no, o más bien sí y tampoco porque, nos ha dicho todo el tiempo el Capitán, que nada de folletos ni paradigmas ni 3G ni prospectiva ni tableros ni mediadores ni toda esa mistificación celeste que otros inventaron para sostener que volar es complicado y se requiere de visas y contraseñas internacionales de aeropuertos y diuity fris de relumbre.

Luego, aún encendidas las luces de no pararse de sus asientos, dimos en interpretar que todo despegue es contracorriente, es lento, complicado, el fuselaje rechina y no puede uno hacer comparativos con velocidades de crucero, aceleraciones alcanzadas con el tiempo u otro tipo de indicadores habituales pues, por definición desde cabina, este avión, este primer vuelo en honor de ¡Zapata Vive! es por entero otra cosa, parangonearlo es ningunearlo y ¡eso sí calienta !

¡Nada!, nos dijo el Capitán, volar es fácil, es cosa de querer de a verdad y no de diplomas ni de alitas ganadas a base de permanencia involuntaria. Vamos volando en 4T, o sea en una nave que se transforma en pleno vuelo, una tripulación sin los vicios de haber volado o con la experiencia impar de haber sobrevivido de milagro. Inauguramos, nos ha explicado, una nueva rosa náutica que deja muy atrás instrumentos desmentidos y superados y no usa ya indicadores anacrónicos empleados por otras líneas, otras tripulaciones cuestionadas, otros pilotos del pasado, otro aire pues que ya nos queda chico.

O sea que para estas alturas y distancias, ya no hay muchas reales novedades a bordo. De hecho está habiendo cada vez menos y también menos sorpresas pues donde Capitán reitera, tripulación corea y pasaje comenta va cabiendo menos y menos, salvo el tedio que va ocupando más. Está dicho que volar con la 4T es como está dicho, empezando por lo que el Capitán nos ha venido diciendo desde la noche del despegue. Todo ha quedado registrado en las cajas negra y variopintas cuando, acorde con el tiempo obligado de vuelo, llevamos ya, según se quiera ver, entre el 20 y poco más del 27 % del trayecto.

La novedad, la sorpresa están en otro lado y hacia allá hay que voltear. ¿Qué ha ocurrido en tierra a lo largo de estos 570 días, qué se ha movido de dónde estaba al inicio de julio del 2018, qué se ha ido gestando en la realidad de a pie sin vuelos ni comunicaciones desde cabina? Esa es la pregunta.