La actual Crisis del Coronavirus, la dual crisis que trae en jaque la salud y la economía del planeta sí ofrece una oportunidad de oro al régimen de la 4T y a su Profeta. “Tiempos de crisis lo son de oportunidades”, reza el lugar común como mantra tranquilizante. Esta crisis le ofrece una puerta para salir airoso de una situación compleja.

Desde oriente para el mundo nos llegó esta pandemia que a más se extiende y más avanza nos llena de estupefacción, de incertidumbre, de preocupación y de zozobra. Hay detalles que contribuyen al asombro. Como que por quinta vez, en el año 20 de cada siglo, una plaga de tal tamaño azota al mundo: la Viruela que diezmó la américa en 1620, la Peste Negra en 1720; el Cólera del 1820, la mal llamada Gripe Española de hace un siglo y hoy el virus invasor que nos legó un murciélago. Asombro porque, hoy confiesan, ningún servicio de Seguridad Nacional previó, entre sus mapas de riesgo, el surgimiento de esta letal epidemia carente de vacuna. Asombro en contra porque el libro Los Futuros de la Salud en México 2050 publicado justamente por El Consejo de Salubridad General en 2010 (Secretaría de Salud), en su página 383, previó la llegada de “un nuevo virus de alta letalidad en 2020 para el que no existe cura conocida estimando en cerca de medio millón el número de personas que fallecerán”. Muchas las sorpresas recientes y más las que nos esperan.

Del lado de las No Sorpresas está la situación nacional que ya se había venido desmejorando notoria y aceleradamente desde incluso antes de la llegada del nuevo gobierno en 2018. Para diciembre-enero pasados era ya claro que la gestión del Presidente López Obrador estaba acosada en al menos 5 frentes: Una economía recesiva con cero crecimiento; una inseguridad acrecentada; un sistema de salud en difícil y apresurada recomposición y ya muy comprometido a cumplir de modo universal metas nunca siquiera intentadas; una presión ineludible y creciente por parte del Presidente-Candidato Trump y un destartalado sistema de partidos políticos diezmados por el emergente y aventajado triunfador pseudo partido Morena desmovilizado por su líder hasta nueva orden.

Con esas nubes en el camino avanzaba enhiesto, polarizante y desafiante el gobierno Lopezobradorista y no eran pocas ya las voces que anticipaban vientos fuertes, marea picada, difícil curso cerca de la costa y tormentas de mediana a gran intensidad mar adentro.

En tales circunstancias apareció el Coronavirus en el horizonte. En pocas semanas llegó el virus importado de la fase uno para convertirse en comercio local no mucho después, fase dos, y a partir de ahí multiplicar las preguntas, los apremios, las decisiones y las consecuencias de todo tipo. Las medidas preventivas abrieron la puerta al tema de los costos y los paganos generándose así algo que empezó siendo un elemento sólo de la problemática de salud para convertirse por horas en un sexto factor que actualmente acosa y apremia al Gobierno Transformador de la Vida Pública de México.

Tan complicado panorama generó la expectativa de una actualización en las directrices y los planes del gobierno y fue el pasado domingo 5 que, con su siguiente Informe de Gobierno, el Presidente López Obrador, encendió muchos ánimos complicándose aún más su propia gestión.

La pandemia, hoy incuestionable factor de incertidumbre y desestabilización global, tema prioritario de todas las agendas de todos los gobiernos de los países todos ofrece al profeta de la 4T la oportunidad de reformular inclusivamente su Programa de Gobierno, de reorganizar sus bases y sus alianzas, de renovar su discurso, de trazar rutas alternas para navegar con mayor ventura hasta el muelle de arribo en el 24. Como toda oportunidad implica costos y ofrece dividendos y la clave es hilar fino. Nadie sueña con maximalismos. El Presidente bien lo sabe y lo repite, La política se inventó para construir acuerdos. ¡Aún es momento, Presidente!

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