José Narro Robles

¡Yo también tengo otros datos!

¡Yo también tengo otros datos!
26/09/2022 |01:57
Redacción El Universal
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El manejo de la verdad debe ser una característica apreciada. En el caso de los gobernantes adquiere relevancia por los temas de rendición de cuentas y de transparencia. Quien diseña y aplica políticas públicas, requiere de indicadores e información que le permitan valorar el éxito de estas. Por ello, ahora pretendo poner en relevancia algunos asuntos que le “duelen” a México. Lo hago, para recordar problemas importantes, para comentar el resultado de programas de gobierno que deben medirse para conocer el resultado de las acciones ejecutadas e identificar si las prioridades definidas por el gobierno tienen correspondencia con los hechos cuatro años después, o si se trata solo de discurso o, en el mejor de los casos, de buenas intenciones, esas con las que se encuentra pavimentado el camino al infierno.

Inicio con el tema de los jóvenes que no estudian y tampoco trabajan, de ese grupo que tiene entre 12 y 29 años que no asiste a las aulas ni tiene empleo, de los llamados “ninis”. Principio por recordar que el término se utilizó por primera ocasión en inglés a finales del siglo pasado, al analizar el caso de jóvenes “Not in Employment, Education or Training” (NEET), que fue traducido al español como lo conocemos y que se usa en el mundo desde entonces. En agosto de 2010, como Rector de la UNAM, inicié un debate sobre el caso de México al recordar que, de acuerdo con las cifras del gobierno, “era una vergüenza que 7.5 millones de jóvenes (el 22% del grupo de 12 a 29 años) no estudien ni trabajen”. Se trata de un tema sensible e importante que no está resuelto. La OCDE refiere que, entre los jóvenes de 18 a 24 años, el porcentaje de “ninis” aumentó en 2020 casi dos puntos respecto de la cifra previa, para ubicarse en 23.3 por ciento.

Otro caso es el de la corrupción, cuya lucha en contra se debe apoyar, pero que no es un asunto solo de voluntad, sino de cambio de valores, de educación, de diseño de un sistema eficiente y sobre todo de acciones, de dar congruencia al dicho y a los hechos. Por desgracia, en esta, la principal divisa discursiva del presidente y su gobierno, los resultados no muestran avance alguno. En el Índice de Estado de Derecho (worldjusticeproject.org), nuestro país ha perdido terreno. En 2015 México se ubicó en el sitio 88 entre 102 países con un índice de 0.33 y entre el 12 por ciento de los países con mayor corrupción. En 2018 ocupábamos el lugar 102 entre 113 y con un índice de 0.31 estábamos en el diez por ciento más corrupto. Cuatro años después de discurso sin acción, en 2021 ocupamos el lugar 135 entre 139 naciones, tenemos un índice de 0.26, solo somos superados por la República Democrática del Congo, Camboya, Camerún y Uganda ¡y estamos en el tres por ciento más corrupto!

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Regreso a lo social y me refiero al caso de la pobreza. Un gobierno que destina cada año en el presupuesto federal cientos de miles de millones de pesos a las acciones de lucha contra la pobreza y que lo que obtiene es un mayor número de personas que viven en esa condición, debe reconsiderar su política social. Los datos del gobierno (Coneval) así lo muestran. Entre 2018 y 2020 el número de pobres moderados en el país creció en 1.7 millones de personas y el de pobres extremos en 2.1 millones, es decir 3.8 millones más. Cuando faltan dos años para que concluya este gobierno, el presidente debe recapacitar, reconocer las fallas, ofrecer disculpas, oír a los que saben, ajustar su equipo y cambiar. ¡Nosotros tenemos otros datos!

Exrector de la UNAM
 @JoseNarroR

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