El inicio del gobierno en turno no ha sido el que muchos hubiéramos querido ver por el bien de nuestro país. Es verdad que solo han transcurrido siete semanas y que es temprano para saber si habrá o no un cambio de fondo en la manera de atender los asuntos fundamentales de nuestra sociedad. Sin embargo, las cosas no se ven bien en el inicio. Resolver un problema requiere reconocer su existencia y obtener resultados diferentes a los alcanzados demanda modificar la manera como se le ha enfrentado.

Hasta ahora lo que se ha transmitido es que todo está bien y que en consecuencia se dará continuidad a las acciones seguidas. Ofrezco tres ejemplos, primero el de la inseguridad y la violencia. De continuar con la estrategia fallida la situación no se corregirá. Los datos del Inegi muestran que entre 2013 y 2017 se registraron 120,473 homicidios, mientras que entre 2019 y 2023 la cifra alcanzó 174,673, cifra superior en más de 54 mil. Urge un cambio radical y no esperar a que las amenazas del presidente electo de Estados Unidos se materialicen.

Por otra parte, no había ninguna necesidad de repetir el error de diciembre de 2018 cuando se intentó, también fallidamente, disminuir el presupuesto de la UNAM y la educación superior pública. Hay que reconocer que se actuó oportunamente para resolver en parte la pifia, ya que aún quedan afectadas otras instituciones, mientras se premia al fraude educativo de las reprobadas universidades del bienestar con un incremento de mil 400 millones equivalente al 93 por ciento de lo aprobado para el año en curso.

Es preocupante que tenga continuidad la estrategia de las transferencias monetarias como política de desarrollo social, que solo ha mostrado su efectividad como instrumento político y clientelar, pero no para resolver el problema de siempre, el de la pobreza. Para conseguirlo se requiere de acciones integrales de atención a la salud y la educación de los más necesitados, junto con la creación de empleos bien remunerados y con prestaciones completas.

Para valorar lo erróneo de la estrategia seguida, conviene recordar los datos del Coneval que, en la más reciente de las mediciones reportadas, muestra que varios de los indicadores adoptados registraron un deterioro al comparar las cifras de 2022 con las de 2016. Son múltiples los casos que al respecto se pueden citar, pero solo mencionaré algunos.

En primer lugar, refiero el de la población en condiciones de pobreza extrema que en el periodo señalado se incrementó en 400 mil personas. Este también es el caso de la población vulnerable por carencias sociales que aumentó en 7.2 millones, al igual que el de quienes padecen al menos tres carencias sociales que fue superior en 7.9 millones. De igual manera empeoró el rezago educativo que creció en 2.8 millones y el de carencia por acceso a los servicios de salud que afectó a 31 millones de personas más. Urge un cambio en la estrategia.

Para complicar el panorama hay que mencionar la notoria preeminencia del gobierno anterior que se hace sentir en numerosas áreas de la vida política del país. Ahí están las reformas aprobadas por el Congreso Federal y los estatales; o su injerencia en diversos nombramientos, el más reciente el de la titular de la CNDH, y hasta en la entrega de premios como el otorgado de forma inverosímil a Hugo López Gatell, responsable de la muerte de miles y miles de mexicanos por su incapacidad, falta de ética y soberbia y a la que me referiré en otra oportunidad.

Exrector de la UNAM. @JoseNarroR

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.