Nadie puede negar sensata y objetivamente, que las cosas no marchan bien en el país. Sin importar el capítulo de la actividad colectiva que se seleccione, los resultados son todo, menos alentadores. Lo vemos con el aumento de la pobreza; con la inseguridad que continúa en niveles absolutamente indeseables; con el caso del ingreso económico de la gente que resulta insuficiente; con los servicios de salud que han perdido la capacidad de resolver oportunamente los problemas de la población; con la impunidad que rodea al crimen organizado que le permite mandar en espacios públicos y privados, poner y quitar autoridades políticas, establecer “nuevos impuestos”, generar miedo e incertidumbre, además de desalentar inversiones y de favorecer la migración forzada.

Todo esto es terrible, además de que por supuesto existen muchos más ejemplos. Hay tres que me parece deben preocuparnos a todos. En primer lugar, ubico al tema de la polarización. Estoy convencido de que se trata del peor efecto de los gobiernos populistas. Esto lo aprendí de un filósofo argentino. Cada mañana, desde Palacio Nacional, a partir de las descalificaciones, injurias, acusaciones sin pruebas y señalamientos infundados, se origina un ciclo de dichos, argumentos y respuestas ofensivas que solo se traducen en una mayor y más profunda división que a su vez genera encono y resentimiento. Por supuesto que la bola de nieve aumenta cotidianamente.

También me refiero a la tendencia a poner en el centro de la discusión nacional a los procesos electorales, en este momento y de forma predominante a la elección federal de 2024. Desde hace mucho tiempo se trata del tema más comentado y con ello quedan en un lugar secundario asuntos torales de la sociedad como la educación de niñas, niños y jóvenes, el tema del presupuesto público y sus insuficiencias o por supuesto, las condiciones de la salud colectiva y las graves insuficiencias de los servicios. El tercero se refiere a la falta de un verdadero proyecto de futuro de México. Resulta indispensable esa visión para generar políticas públicas de largo aliento que nos permitan resolver algunos de los problemas fundamentales de nuestra población.

Por ello es un gusto que este día aparezcan una estrategia, una convocatoria y un grupo. Me refiero a un colectivo ciudadano que presentará “Un punto de partida. Una nueva visión de país”. Un grupo, en el que participo, que pretende contribuir a terminar con la polarización, a organizar un proceso para discutir el futuro de México, a intentarlo con todos los que estén en la disposición de hacerlo de manera participativa, racional y por tanto tolerante, respetuosa, libre e informada. Discutiremos la vía para llegar a un México nuevo, más justo, con derechos exigibles para todos, con seguridad, mejores oportunidades y mayor certeza. Un México con instituciones fortalecidas, con salud y educación de calidad, empleo completo y bien remunerado para todos. Aspiramos a tener un país que permita a los mexicanos vivir con dignidad, en paz, en democracia, con libertad, unidos por nuestra identidad, con el compromiso de realizar hazañas nacionales que resuelvan los viejos problemas y disminuyan los riesgos de los que se presentan en el horizonte. El futuro nos espera, la convocatoria está abierta, el desafío es del tamaño de la grandeza del país y reclama la participación de los que crean en un proyecto como el que se propone.

Exrector de la UNAM

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