Con esta entrega inicio una etapa de comunicación con los lectores de EL UNIVERSAL. Mis primeras palabras son de agradecimiento para esta centenaria y gran Casa Editorial. Mi gratitud a Juan Francisco Ealy Ortiz y a los colaboradores de “El gran Diario de México” por la oportunidad. Me propongo analizar, quincenalmente, los que a mi entender son algunos de los grandes temas de nuestro país. Aquellos que deben darnos el norte en la ruta del porvenir, los que se han convertido en freno de nuestro desarrollo y también los que debemos cuidar y consolidar. Un poco menos de la coyuntura y más de la profundidad. Más ideas e ideales que descalificaciones. Menos disputas por la hora de hoy y más propuestas para el tiempo ulterior.

Inicio con la expresión de una de mis convicciones más firmes: “México es un país grande y con grandeza”. Son múltiples los datos que apoyan esta aseveración. Su magnitud se puede documentar fácilmente si tenemos presente que se trata de una nación con capital natural y biodiversidad importantes. La variedad de climas y paisajes en bosques, selvas, desiertos, valles, montañas, lagos y ríos, nos colocan como uno de los primeros países del mundo. Lo mismo sucede cuando hablamos del tamaño de nuestra población, de la extensión territorial, de la economía nacional, del turismo, de los recursos naturales o de las costas y litorales por citar sólo algunos de los indicadores que pueden ejemplificar lo dicho. Cuando se trata de evidenciar la grandeza, ahí está nuestro pasado esplendoroso recogido en la historia y la cultura, pero también los personajes de talla universal; las instituciones centenarias; los aportes a las bellas artes y al conocimiento; la identidad, el orgullo de pertenecer y la forma de ser, entre otras. Parte de la grandeza del país deriva de nuestra pluralidad, de nuestras diferencias, de la polifonía y el mosaico multicolor que explican a la nación. El ingeniero Barros Sierra, rector magnífico de la Universidad de la Nación, entendió esto cuando dijo, hace más de medio siglo, ¡Viva la disidencia!

Es cierto que México tiene problemas importantes y que muchos de ellos han acompañado la evolución del país sin encontrar respuesta. Muchos de los importantes no son recientes y forman parte de la enorme desigualdad que nos ha caracterizado. Sin embargo, la historia nos enseña que en otras latitudes se han podido resolver y que, en nuestro caso, así debe suceder. Por supuesto que la pobreza, la ignorancia, la violencia, la injusticia, la corrupción y otras de nuestras viejas e incómodas compañeras de viaje, tienen solución. Una condición para conseguirlo es atender en unidad, y al mismo ritmo, la convocatoria para lograrlo. Eso sí, la llamada debe hacerse desde la inclusión, con el aporte de los que viven el problema y de quienes conocen de las soluciones. Al país le faltan hazañas colectivas y le han sobrado, con frecuencia, las encarnaciones personales. La tarea no es de uno, es de todos. La responsabilidad alcanza por supuesto al Estado nacional, pero también a la sociedad.

Académico, médico y político.
Twitter: @JoseNarroR

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