Hace unos cuantos días, uno de mis hijos llamó mi atención sobre los valiosos aportes críticos de Byung-Chul Han a la comprensión de nuestra realidad. Él es un filósofo nacido en Corea del Sur y radicado en Alemania desde 1982. En uno de sus libros más recientes intitulado Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia, el profesor Han analiza el efecto de la digitalización sobre los procesos democráticos y la política. Una de sus numerosas e importantes reflexiones se refiere a lo que él denomina “la crisis de la verdad”, representada como el nuevo nihilismo del siglo XXI, producto de distorsiones en la sociedad de la información y originado por pérdida de confianza en la verdad y desconexión de la información y la realidad.

En sus consideraciones, Han sostiene que el nuevo nihilismo no significa que la mentira se haga pasar por verdad, o que sea degradada a la condición de mentira. Lo que sucede es que se confunde la distinción entre ambas. Quien miente, en realidad reconoce la verdad, en tanto que quién es indiferente a la verdad y los hechos tiene una supuesta nueva dimensión y se constituye en un riesgo más grande para la verdad, que el peligro que significa el mentiroso. Me parece que esto sucede en el caso de muchos de los integrantes del Gobierno Federal, particularmente entre los que no quieren aceptar una realidad que resulta evidente. Veamos algunos casos.

En abril de 2019 se presentó el Plan Nacional de Desarrollo que incluye 12 principios rectores. Para mostrar la realidad paralela que caracteriza a los autores del documento, tomo algunos de los argumentos que ahí se incluyen. Por ejemplo, en materia de honradez y honestidad se sostiene que para los gobiernos anteriores “la característica más destructiva y perniciosa... fue la corrupción extendida y convertida en práctica administrativa regular... (y que) ha sido el principal inhibidor del crecimiento económico... (por ello) estamos empeñados en acabar con la corrupción... no solo la monetaria sino la que conlleva la simulación y la mentira”. Sobran datos y argumentos para demostrar el fracaso del gobierno en esta materia que por otra parte es indispensable resolver. No hay avance alguno, pero tampoco interés en reconocer que la realidad es otra.

Lo mismo puede decirse del caso del respeto a la ley cuando se indica: “... hemos de desempeñar el poder con estricto acatamiento al orden legal, la separación de poderes, el respeto al pacto federal... y el fin de la represión política”. Todos los días la conducta del ejecutivo federal contradice esos dichos. El tema de la seguridad es uno más de los ejemplos de estas dimensiones paralelas cuando se señala que “la inseguridad y la violencia tienen un costo inaceptable... inhiben el crecimiento económico y debilitan la confianza de la población... Las estrategias de seguridad pública aplicadas por las administraciones anteriores han sido catastróficas... Estamos aplicando un nuevo paradigma en materia de paz y seguridad”. Los más de 130 mil homicidios desmienten la pseudorealidad del gobierno. Hay muchos casos más en los dichos y los hechos del gobierno y lo único que queda es seguir a Han cuando señala que “en el estado totalitario construido sobre una mentira total, decir la verdad es un acto revolucionario”. Los ciudadanos debemos elevar la voz, decir la verdad y señalar a los mentirosos. Esa es parte de nuestra tarea.

Exrector de la UNAM
 @JoseNarro

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