En la entrega anterior me comprometí a compartir la opinión que tengo sobre las acciones que, desde la sociedad, debemos poner en práctica durante el proceso que nos habrá de llevar, en poco menos de un año, exactamente en 362 días, a encontrarnos en las urnas con el futuro del país y de cada uno de nosotros. Inicio señalando tres niveles de compromiso que distingo. El primero relacionado con el interés que debemos tener en la sociedad, el siguiente con la organización que debe procurarse y el último con la participación que deberemos mostrar.

Me refiero ahora al compromiso que debemos tener los ciudadanos. Para ello es indispensable reflexionar respecto de la importancia que hay que conceder a los asuntos públicos bajo discusión. Lo que se decida en las urnas el 2 de junio del año próximo va a repercutir en la vida diaria de los mexicanos, en la de cada uno de nosotros y de nuestras familias. Este es el caso de la salud y también el de la educación; el de nuestro empleo e ingreso; el de la seguridad, la vivienda y la alimentación; el de nuestros derechos e instituciones; el relativo al régimen de libertades y a la democracia que hemos construido durante muchos años. Esto vale en especial para los jóvenes: su futuro está en juego.

En cuanto a la organización, debe entenderse que aislados conseguiremos poco, que lo conveniente es articularnos, que es posible iniciar este proceso en nuestro núcleo familiar y de amistades, en la escuela o el trabajo. Deberemos trabajar para aumentar el número de interesados, la interrelación con otros grupos y, sobre todo, contar con una agenda de actividades con objetivos claros que nos permita mantener la convicción y la unidad. El esfuerzo que despleguemos en los próximos doce meses para adquirir formación política y ciudadana, rendirá frutos con el resultado electoral y nos ahorrará problemas en los próximos años.

Después de las dos primeras etapas hay que pasar a la acción. Se trata de hacer, de tener presencia, de ganar espacios, de opinar y participar, de movilizarnos y organizar a otros, de promover y prepararnos para la jornada electoral ya que lo más importante será votar. Para ello, debemos tener nuestra credencial vigente y actualizada. Tendremos que informarnos de quiénes participan y qué proponen, conocer los resultados que los aspirantes pueden presumir de sus responsabilidades previas, la experiencia que acumulan y saber quiénes los acompañarán en la tarea, sus antecedentes y sus logros. Habremos de asegurarnos que los candidatos a las gubernaturas y a la Presidencia cuentan con un proyecto para sus entidades y el país. Si antes se votaba por un partido, ahora la decisión debe basarse en la persona y la propuesta.

Algo que se debe de entender es que hay que persuadir a quienes no compartan nuestra visión por la razón que sea. Insistir en solo hablar y compartir con quienes coincidimos, es desperdiciar el tiempo. Se debe de trabajar con tres grupos de personas: con los abstencionistas que no creen en el valor del voto, con los indecisos y con quienes tienen una visión distinta a la nuestra. Este último grupo es el más complejo, pero muy importante. Si los convencemos serán excelentes transmisores del mensaje. En el proceso estaré activo y los invito a participar. Estoy convencido de que seremos muchos. ¡Nuestra lucha será por un México nuevo! La próxima entrega haré mis consideraciones sobre los partidos y el proyecto de país.

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