La salud es uno de los valores más preciados para una persona, pero también para la colectividad. Sin salud, casi todo se dificulta. Aprender, compartir con la familia y los amigos, crear, aportar, divertirse, trabajar, disfrutar la vida, todo se vuelve más complejo. La pandemia que nos afecta ha hecho que valoremos la importancia que tiene la salud. Por supuesto que la salud no es resultado solo de la voluntad del individuo. La salud no se alcanza únicamente con desearla. La genética, el ambiente, factores físicos y biológicos, elementos sociales y culturales, la disponibilidad de los servicios sanitarios, la educación, lo que comemos y bebemos, nuestros hábitos, lo que hacemos o dejamos de hacer, la actividad física, nuestros estilos de vida, todo ello influye en los niveles de salud que tenemos. Por supuesto también intervienen los programas de salud, los profesionales de la salud y nuestras instituciones. Todos los factores mencionados y muchos más forman parte del complejo entramado de las causas y los riesgos en el proceso de la salud y la enfermedad.

México es un país de instituciones y la salud es un campo con muchos ejemplos al respecto. Imposible hacer un recuento completo de ellas, por lo que solo señalaré algunas relevantes. Menciono al Hospital de Jesús, el primer hospital de América Continental, una institución extraordinaria impulsada durante las últimas décadas por el doctor Don Julián Gascón Mercado y a dos años, en 2024, de celebrar el quinto centenario de su establecimiento. También habría que recordar que la educación médica en nuestro país alcanzó recientemente 443 años de historia, o que el Hospital Civil de Guadalajara, fundado por Don Antonio Alcalde, está próximo a cumplir 230 años de trabajo ininterrumpido. Cómo dejar de mencionar al Consejo Superior de Salubridad establecido en 1841, que en 1917 cambió su denominación por la vigente: Consejo de Salubridad General, por cierto, institución menospreciada por las autoridades actuales de salud del país. Por las páginas de la historia pasan entre muchos otros el Hospital Juárez y el General de México, los institutos nacionales de Salud, el IMSS y el ISSSTE, la incorporación hace 40 años del derecho a la protección de la salud a nuestro texto constitucional, o la descentralización de los servicios concluida en los años noventa.

Por esa historia y el trabajo exitoso de numerosas generaciones de profesionales y trabajadores de la salud; por los logros del sistema y los servicios prestados a la sociedad; por la respuesta diaria y satisfactoria a más de un millón de mexicanos que acuden a las instituciones por temas de salud; por los valores cultivados en las instituciones, se hace necesario señalar con contundencia que se equivocan quienes pretenden descalificar esa trayectoria, incompleta es cierto, con fallas e insuficiencias, sin duda alguna, pero de enorme ayuda, en particular para quienes menos tienen y más requieren. Preocupa que algunos finjan desconocer la historia y la realidad. Preocupa que, dominados por la ideología, se afecten la vida y la salud de millones de mexicanos, que la incertidumbre prevalezca entre quienes antes tenían certezas y derechos y que, como pasa en otros campos, las ocurrencias dominen a las razones. Por todo ello, la tarea es clara: lo que queda en estos dos años y cuatro meses de gobierno es desear que terminen las improvisaciones y, en particular, trabajar en la propuesta de la organización del nuevo sistema público de salud que México necesita. Dejemos de pelear y manos a la obra. La hazaña de la salud aguarda.

Exrector de la UNAM.
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