Preocupa que la política y los políticos estén tan devaluados entre la sociedad. Soy de los que piensan que eso no debería suceder, ya que se trata de una actividad humana de orden superior, de una acción de servicio a la sociedad propia de la democracia, de una tarea que debe regirse por valores laicos fundamentales, de un quehacer que, en lugar de rebajar, tendría que enaltecer. Para mí es obvio que lo que falla no es la política, cuanto que los despropósitos corren a cargo de algunos políticos, si bien es cierto que no son por desgracia tan pocos como se quisiera. De ahí el título de este comentario. No es justo que a la acción política con frecuencia se le equipare con la corrupción, la mentira, la traición y la deslealtad.
El significado de extravío es, por una parte, la acción y efecto de extraviar o extraviarse y por la otra el desorden en las costumbres. Por lo que se refiere a extraviar, tomo dos de sus connotaciones respecto de lo que se puede decir de una persona: perder el camino o la orientación y dejar la carrera y forma de vida que se había empezado y tomar otra distinta. Como sinónimos de extravío encontramos: desvío, descarrío, aberración, desorden y perdición, entre otros. Por desgracia creo correcto decir que algunos políticos están extraviados y que este es el momento para que retomen el camino de los valores y principios. Esto vale para todos los niveles, desde la más alta magistratura hasta la posición más modesta.
Ese extravío genera que, por ejemplo, los partidos políticos reciban la calificación más baja en cuanto a la confianza de la sociedad. La encuesta más reciente del INEGI de cultura cívica mostró que la población que expresó mucha confianza respecto de los partidos políticos ascendió solo a 2.5 por ciento, ubicándose en el último sitio de las instituciones y grupos sociales considerados, además de que casi 40 por ciento expresaron no tener nada de confianza. Para hacer el contraste, habría que decir que las universidades públicas, que se ubicaron en el primer lugar, conjuntaron 25.9 por ciento de mucha confianza y solo 6.8 por ciento de la categoría nada de confianza.
Resultados similares se obtuvieron por la Cámara de Diputados en una encuesta realizada hace algunos años en la que, fuera de la familia y los amigos, las universidades públicas obtuvieron 45 por ciento de mucha confianza y únicamente dos por ciento de la categoría nada de confianza. En comparación, los tres últimos lugares fueron la propia Cámara de Diputados con nueve por ciento de mucha confianza y 37 de nada de confianza, los sindicatos con seis y 33 por ciento respectivamente y los partidos políticos a los que los entrevistados les concedieron cinco por ciento de mucha confianza y nada en el 41 por ciento de los casos.
Si los políticos, sus partidos y los gobernantes no entienden los mensajes, seguirán en el extravío y el deterioro de la democracia continuará. No parece exagerado pedir al presidente y a sus colaboradores, a los partidos políticos y a la clase política de México, que cumplan con los valores cívicos fundamentales: honestidad, capacidad, trabajo, lealtad, congruencia y confiabilidad. Salir del extravío se consigue en mucho con decencia. La sociedad debe despertar, elevar la voz y requerirles eso. Debemos organizarnos, participar en los asuntos públicos, exigir nuestros derechos, reclamar las tropelías que cometan políticos y gobernantes y cumplir nuestras obligaciones.
Exrector de la UNAM
@JoseNarro