Muchas son las condiciones que el país requiere para avanzar en la ruta del progreso para todos. Debemos vencer los problemas de siempre y anticipar los que se vislumbran en el horizonte. En el camino esperan, entre otros, la pobreza y la desigualdad, la falta de escolaridad y la enfermedad, la corrupción y la impunidad, el desempleo y el bajo ingreso familiar, al igual que el mediocre crecimiento económico y los niveles de violencia e inseguridad. En lo político tenemos una deuda pendiente: consolidar nuestra democracia cuya transición ha sido prolongada y ahora está amenazada por regresiones autoritarias; por el retorno de la concentración del poder, el centralismo y el desequilibrio entre los poderes públicos y los niveles de gobierno; y por la militarización indebida. Por ello preocupa lo sucedido en las últimas semanas. En particular el tema de la revocación de mandato y, en general, el estilo personal de gobernar del presidente en casi tres años y medio.

El manejo de la verdad favorece la confianza entre las personas, mientras el uso de la mentira genera recelo y suspicacia en las relaciones. En el ejercicio de la función pública el apego a la verdad es todavía más importante. Lo es porque ceñirse a ella es obligación del servidor público. El mensaje que este transmite con la palabra o sus hechos llega a miles o incluso a millones de ciudadanos. El funcionario, además de ser veraz, debe cumplir con la ley, hacer lo que le toca y evitar lo que no tiene expresamente permitido. Es lamentable que toda la trama de la consulta para la revocación de mandato haya resultado en una auténtica engañifa. Lo fue desde las motivaciones del planteamiento inicial, hasta la forma como la promovieron quienes no lo tienen permitido. Lo fue porque se destinaron recursos públicos cuantiosos para cumplir con un capricho y, paradójicamente, no los necesarios para hacerlo bien. También en virtud de que no se trató de una promoción de ciudadanos inconformes, cuanto de la acción sumisa de los seguidores del presidente. En su primera aplicación el resultado ha sido un montaje tramposo e inútil, una manipulación vil y un ejercicio de propaganda y cálculo políticos de cara a las elecciones de este año, las del próximo y las de 2024 y, sin duda, la exploración inicial de un proceso semejante en 2027, o en los gobiernos estatales.

A lo anterior hay que agregar algo muy preocupante: el desprecio por el orden jurídico establecido. En especial el desacato de funcionarios de alto nivel de la prohibición expresa de las autoridades garantes del ejercicio: el INE y el Tribunal Electoral; el uso indebido de recursos públicos en favor del partido en el gobierno; la participación en actos de proselitismo del titular de la Guardia Nacional y también la descalificación de la autoridad electoral, celebrar una supuesta estructura del INE que solo existe en el nivel de ocurrencia, mala por cierto, además de abonar en favor de la polarización. No es con mentiras como se gobierna, con enconos como se convoca y con la movilización como se resuelven los problemas ancestrales. Por ello hay que avanzar en la organización de la sociedad y aplicar cuatro recomendaciones surgidas a partir del libro de Timothy Snyder Sobre la Tiranía: contribuir a la defensa y la consolidación del INE; ignorar los llamados a la polarización y la división; investigar, creer en la verdad y rechazar la mentira; ejercer los derechos fundamentales con tanta valentía como sea posible y en especial ¡cultivar la unidad!

Exrector de la UNAM.
Twitter: @JoseNarroR